Memorias, diarios y crónicas

256 JO.\QUIN DE L\ PEZUELA la llanura, y se colocó al frente del enemigo según se ve en la mis– ma figura 2a. El fuego empezó general por una y otra parte a las siete de la mañana con mucha viveza, y siguió hasta las once, hora en que mi derecha tenía acosada a la izquierda enemiga hasta el pie de la montaña de su espalda; pero la misma sufrió un fuego horroroso por haber cargado los contrarios por aquella parte su mayor fuerza. El Batallón de Partidarios que cubría este flanco fue deshecho; muerto su Coronel la Hera y 7 oficiales con porción considerable de tropa y muchos heridos de ambas clases; en consecuencia se desordenó y retiró en pelotones a su espalda como unos tres tiros de fusil de la línea. Un escuadrón de caballería (prisionero ya su Comandante Zavala), el Regimiento 2 º que le seguía en la formación de ella padecieron también mucho. Su Coronel Lombera fue mal herido con bastantes oficiales y tropa, y no pocos muertos y heridos en él, y en el escuadrón con lo cual se desordenó también, y en segui– da el Batallón del centro, imitó los demás quedando solo sostenien– do la batalla por la izquierda el Escuadrón Dragones que se había desmontado y parapetado de una zanja, con los caballos al pie, y un cañón de a 4, único útil que había quedado por el centro 2 cañones con algunos pelotones de soldados que se mantenían fir– mes, y por la derecha escasamente 400 hombres del Regimiento 1° , dos cañones tomados a los enemigos al principio de la batalla en lugar de los nuestros inutilizados y el Cuerpo de Cazadores con un escuadrón de caballería cuyas tropas se portaron sobresaliente y ma– ravillosamente y siempre fueron ganando terreno y estrechando a los enemigos. La segunda línea pasó de mi orden a ocupar el lugar de los desordenados, componíase de un Escuadrón desmontado y 400 re– clutas de Azángaro que habían llegado cuatro días antes al ejército. Estos a los primeros muertos y heridos que vieron se desordenaron también. Quedaron algunos del Escuadrón firmes, y entre todos no llegaban a mil hombres con seis cañones, los que mantenían el fue– go contra más de 4,000 que conservaban los enemigos en forma– ción, pues tuvieron también muchos desordenados, muertos, heridos hasta aquella hora. Yo me ha!4ba en el centro de la línea y tenía empleados los edecanes, hasta el Contador del Ejército D. Juan Gallardo que me sirvió de tal llevando órdenes a todas partes y el piquete de caballe– ría de la guardia de mi persona que constaba de 50 hombres había

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx