Memorias, diarios y crónicas

260 JOAQUIN DE L1\ PEZUELA y especialmente el carruaje de la artillería que había quedado inser– vible, asi' como el tomado a los enemigos. Belgrano no se retiró por el camino despoblado, dirigióse si a ~lacha con las tropas que le quedaron para rehacerse en aquel pun– to, recibir los auxilios de la Provincia de Charcas que quedaban por su espalda, reunir la División de 1500 hombres con 4 piezas de artillería de Vilcapujio, y finalmente los dispersos que esperaba por las estrechas órdenes que había comunicado a los Jueces de todos los puntos de su tránsito. Su segundo Díaz Vélez, se retiró a Potosí con 400 hombres para extraer de aquella Villa los grandes auxilios de que era capaz en aquel tiempo; hizo fortificar la casa de Moneda, encerró en ella 500 de la villa, a quienes dio armas; sacó de todas las casas y tien– das que había los efectos particulares y mercantiles, y los almacen.ó en la misma, sin perdonar las alhajas de las iglesias; pasó por las armas a los que hacían la menor gestión de resistencia sin excep– tuar el sexo femenino a quien castigaba en la Plaza con cien azotes sobre un cañón sin distinción de clases; y publicó un Bando con pena de la vida para que todo el que tuviese caballerías de cual– quier especie las presentase. Con sus inauditas providencias y casti– gos aterró a todos los habitantes de la villa, sacó familias enteras presas que envió a Jujuy; y encarceló más de 50 señoras de las principales; y se dedicó a enviar a Belgrano cuantas armas y pertre– chos pudo; y para Jujuy los robos y saqueos que había hecho. Yo con noticia de esto previne a los cuerpos de Cazadores, Partidarios y Dragones que estrechasen a Potosí e impidiesen la saca de los robos y familias como se verificó en mucha parte, y las señoras encarceladas lograron de este modo no ser confinadas. Para el 24 de octubre me hallaba ya expedito, y en estado de seguir mis marchas con el ejército sobre el de Belgrano; había remi– tido a la villa de Oruro todos los enfermos y heridos; así como la artillería y pertrechos sobrantes que no podía dejar en Condo por– que hubieran asesinado a aquéllos, y quemado a éstos los indios de aquel pueblo y de los inmediatos, luego que hubieran visto alejarse el ejército por ser los más alzados y perversos que había en toda su clase, y contra quienes no podía dejar fuerzas que debían ser de alguna consideración por la escasez de la de mi ejército para la se– gunda batalla. Esta era precisa y de necesaria prontitud para echar a Belgrano de las provincias de Cochabamba, Charcas y Potosí que conservaba

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