Memorias, diarios y crónicas

DIARIO TOl\IADO EN LIJl.fA 261 en su poder, aumentándose de día en día su ejercito con los auxi– lios que la mayor parte de los habitantes de ellas adictos en lo mis– mo de su corazón a la independencia y enemigos a la causa del Rey le proporcionaban, pero me hallaba sin una mula en que trans– portar la artillería y municiones, y tomando el arbitrio de conducir en hombros de indios aquélla, y con burros y llamas las municiones hice reducir todos los cajones a la posibilidad de tan débiles y pesa– dos animales; y encargando la reunión de indios al honradísimo cura de Coroma doctor Pobeda, y a diferentes partidas por todas partes el recojo de los burros y llamas que encontrasen en los cam– pos, logré tener lo abso lutamente preciso para ponerme en marcha, y a pie hasta la caballería y la mayor parte de la oficialidad; y sin más víveres que unos pocos que pudieron sacarse de Condo, y sin otra esperanza que la de hallar en los campamentos del tránsito algunas llamas. 45 .- El camino de Condo a Macha, es una continuada cor– dillera: la estación en que emprendí la marcha, de aguas y nieves, que me la hicieron más insufrible; especialmente en la mayor eleva– ción de las montañas, que llaman de Livichuco, y su distancia de 25 leguas (por su inexible aspereza) puede graduarse por ciento de un camino regular: pero arrostrando por todas las dificultades, ella se emprendió. 46.- Salí de Condo con el ejército el día 30 de octubre desde la segunda jornada sufrió continuas aguas y nieves. Muchos soldados iban descalzos, con pocas tiendas, y sin más abrigo que una manta encima de su casaca. 47 .- Los indios de los pocos pueblos del tránsito ( y con or– den expresa de los enemigos que obedecían con gusto y puntual– mente) habían abandonado sus hogares y llevándose cuanto tenían en ellos, y el ganado de los campos. Las partidas de tropa, que durante la marcha enviaba por los costados a 4 y 6 leguas de dis– tancia en busca de llamas que comer, se volvían las más sin encon– trar nada. Era preciso en consecuencia matar, con toda economía, las que llevaban la carga que tomaba el soldado sobre su espalda y suspender la marcha para que éstas y los burros que habían trans– portado la suya al punto de la jornada, volviesen a la anterior a buscar la que allí había quedado; y con estos y otros muchos tra– bajos, consiguientes a la total escasez de recursos; se concluyó el día 11 la marcha, acaso la más penosa que ha sufrido ejército nin– guno; y original por la especie de animales de transporte que no

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