Memorias, diarios y crónicas

274 JO \QUIN DE J..\ PEZUEJ.A yor parte en ponchos y mantas; con sus sombreros redondos cala– dos hasta los ojos; recostados en las esquinas y paredes de las ca– lles, desafiando con su postura a las tropas del Ejército que iban pre\ enidas ele tratarles como hermanos. Esta ciudad fue la primera de la América ;\leridional, que se 'io en revolución contra las legítimas autoridades y derechos del Rey. En la noche del 25 de mayo de 809 en q ue embriagada la gente plebe, por el Subdelegado que era entonces del Partido de Yamparaes D. Juan Antonio Alvarez de Arenales, se amotinó; y de orden de los ~lin istros de la Real Audienc ia despoj ó de su mando a su Presidente el Teniente General D . Ramón Garc ía Pizarro, y lo condujo preso a un calabozo en la Universidad: quedando desde aquel acto con el mando político dicho General; y a su cabeza el Regente Conde de S. J avier: que nomb ró por Comandante ;\lilitar a sus órdenes al expresado Arenales, que tantos daños hizo en tonces– y después, a la causa del Rey, siendo u n acérrimo caudi llo de los revolucionarios de Buenos Aires, e n los Partidos de la Laguna, Va– llrgrande y PrO\incia de Santa Cruz, se apunta la conducta de esta ciudad, así como se hará en su lugar de las demás en que se ha hecho la guerra para que se venga en conocimiento de que las tro– pas del Rey han estado entre enemigos domésticos como los ejérci– tos de :'-lapoleón se hallaron en la Península de España: debiendo añadirse para mayor conocimiento que el Regente y los Oidores, Uzos y Vallesteros que según la opinión general y la causa formada a instancias de Pizarro, fueron los principales au tores de la revolu– ción, los protegieron los tribunales superiores, y aun las mismas Cortes; pues en lugar del castigo que merecían , y po r e! que clama– ban la justicia y los hombres de bien fu eron ascend idos el primero al Concejo y después a Regen te de la Aud iencia de Lima; el segun– do a la del Cuzco; y el tercero a la de Asturias, desatend iendo d ichas Cortes Generales la incesante queja y satisfacción que ped ía el señor Pizarro, del mismo modo que han desaten dido a l ultrajado Virrey de Lima en todos los negocios de esta especie: así como a los demás jefes, que a costa de muchos sacrificios han sostenido la justa causa del Rey en las Américas. Permanecí en dicha ciudad de La Plata desde el 4 hasta el 16 de diciembre ordenando todas sus corporaciones y au toridades con arreglo a nuestras leyes. Establecí un Tribunal de Purificación compuesto d el Goberna– dor Presidente; tres m ilitares de graduación, y dos letrados abogados

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