Memorias, diarios y crónicas

278 JOAQlllN DE L.\ PEZUEL\ sernlar de la ciudad de La Plata, en que me pedía la gracia de dicho indulto: y otra con el mismo objeto dirigida al Excmo. Se11or Virrey, por el Síndico Procurador General de la villa de Po tosí, que paso original con su decreto de 18 de marzo, dejando a mi arbitrio la resolución, y en consecuencia le concedí, y circulé a los Jefes de Provincia en de mayo de 8H. El 16 de dicho mes de mayo salí para J ujuy con los referidos batallones, 18 piezas de Artillería y todo el Parque del Ejército; y llegué a aquella ciudad el 27 del mismo, observando en mi marcha las diferentes hermosas posesiones que para defenderse pocos de muchos e impedir el paso, hay en todo el Camino Real que fue el que yo tomé; especialmente en el estrecho de Urquía se halla tres leguas y media más abajo de Humahuaca que sólo t iene 50 varas de ancho con unas montañas ásperas y elevadas por ambos lados. El de Iluacalera que dista del otro 5 leguas bajando para Jujuy más estre– cho aún que el anterior, y tan ásperas y elevadas las montañas de sus costados. El de Pumamarca que tiene 160 varas de ancho con igual dificultad por los costados; y fácil modo de hacerle impenetra– ble, y privar el paso al despoblado por una quebrada que le da el nombre de Pumamarca. Este se halla tres leguas más abajo de la Posta de Hornillos y a 14 de Jujuy . La vanguardia se hallaba distribuida en esta forma. En Salta el Escuadrón de Dragones el de San Carlos y los batallones de Partida– rios y Cazadores a la orden del Coronel D. Saturnino de Castro. En Jujuy los Regimientos 1º y 2 º y Escuadrón l º Cazadores con quie– nes y en la misma ciudad, quedaron los batallones que me acompa– ñaron e igualmente la Artillería y Parque y quedó situada en ella mi Cuartel General. La fuerza de todo el Ejército consistía en 4 mil hombres in– clusos 450 de caballería y 200 artilleros. ~1i objeto era el continuar la marcha sobre el Tucumán, luego que me llegasen los reclutas que fue a buscar el General Picoaga: pues aún tenían algunas esperanzas de que se verificase por las que simuladamente me daban las Pro– vincias que desde el principio no se pusieron a auxiliarme, y si a entretenerme con buenas razones para ver si así me alejaba y po– dían con mi mayor distancia poner en práctica sus intenciones de revolucionarse. Dicho Coronel Castro a los principios de su llegada a Salta (de donde era natal) con los escuadrones citados de Dragones y San Carlos emprendió varias salidas, por la campaña, tanto para ahuyen-

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