Memorias, diarios y crónicas

298 JOAQUIN DE LA PEZUELA los criollos fieles y honrados. Desde el 16 de julio de 1809 en que se sublevó y depuso a su Gobernador Intendente D. Tadco Dávila, formando una junta con el nombre de Tuitiva para el Gobierno Político y dando al mestizo Pedro Morillo el mando militar fue la más acérrima defensora de la Independencia; llegando a tal extremo que las mujeres tomaron el más acalorado partido; abandonaron la religión; prostituyeron el pudor; y finalmente vivieron con el mayor desenfreno hasta el 11 de octubre del mismo año en que la recu– peró el Ejército Real pacificador al mando del Brigadier, que era entonces D. José Manuel de Goyeneche. Con semejante crueldad e inaudita conducta se aterraron las provincias y ciudades inmediatas, alegrándose de ella los muchos que deseaban se ejecutase lo mismo en la vecina, así como intimi– dándose los buenos, de quienes se esperaba contribuyesen con las guarniciones, a impedir iguales desgracias en las inmediatas. Renova- · ron con tan desgraciado motivo los Gobernadores de las provincias y villa de Oruro sus clamores pidiendo auxilios que yo no les podía dar; mucho más habiéndome desprendido de la División del Señor Ramírez que ansiaba porque volase en sus marchas para contener a los cuzqueños, y dar ánimo a los que en las provincias se habían amilanado. Tal era mi situación cuando en 4 de octubre por la noche re– cibí la contestación del Excmo. Señor Virrey de Lima, su fecha 4 de setiembre al parte que le di desde Yala [?] en 3 de agosto de la pérdida de Montevideo, y de mi situación en consecuencia de aquel funesto suceso, y del estado de las provincias de mi espalda; y co– mo dicho señor al mismo t iempo tuvo también las noticias de la revolución del Cuzco, y previó las consecuencias que necesariamente debería traer sobre este Ejército; así como la influencia que ocasio– naría en tantos oficiales y tropa como había natales del Cuzco, ce– lebró una Junta de Guerra de Generales en Lima el 2 de setiembre e impuestos los vocales del caso en que me hallaba declararon uná– nimemente que el Virreinato de Lima se hallaba en un estado bien crítico; y especialmente el Ejército de mi mando por ser compuesto en lo general de gentes de aquella provincia y muy temible, el que abandonando el partido fiel del Rey, se pasasen al de los insurgen– tes en total disolución, y que hallándome por consiguiente así como los recomendables jefes y oficiales en el conflicto de una muy difícil retirada; y que corriendo gran riesgo de que los insur– gentes no sólo se apoderasen de toda la Provincia de Iluamanga, si

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