Memorias, diarios y crónicas

DIARIO TOJ\IAOO EN LIMA 299 de alguna manera no se socorría para impedir el contagio a las de– más (que no podía evitar la guarnición de Lima por no tener ni aun la necesaria para su defensa) resolvieron con igual unanimidad que con la más posible prontitud se pasase orden terminante al Jefe del Ejército de Chile para que si habiendo sujetado aquel Reino me remitiese al instante dos batallones, incluso el de Talavera; y en el caso contrario se le facultase para celebrar un convenio con aquel Gobierno y se retirase con toda su fuerza a auxiliarme; pero que debiendo ser muy lenta esta operación, y mi urgencia demasiada– mente angustiada para esperarla, resolviese yo lo más conveniente para conservarme y salvar la gente posible, ya por el Desaguadero si lograba conservar 1500 hombres con que sujetar los muchos rebel– des del Cuzco, y amparar a Lima; o ya tomando para Arequipa; facultándome finalmente para celebrar un convenio de paz, o sus– pensión de hostilidades con los enemigos en la mejor forma que pu– diese. El mismo día 4 en que recibí el oficio y orden del Señor Virrey con el acuerdo de la Junta de Generales, había yo celebrado por la mañana una con los Jefes del Ejército, en la que conformes el mayor número de ellos en su dictamen arreglado al que yo tenía premeditado, determiné que permaneciese el Ejército en Cotagaita para sostener hasta el último caso las provincias de Potosí, Charcas y Cochabamba que tanta sangre había costado recuperarlas; defen– derlas contra los caudillos Zárate, Betanzos y Navarro, que con 200 hombres de fusil, algunos montados con lanza y considerable por– ción de indios hostilizaban a la primera; contra Padilla, Humaña y otros que con mayor número de todas clases hostilizaban por sus inmediaciones a la segunda, y contra Arenales, Lira y otros que eje– cutaban lo mismo con la tercera aprovechándose todos de la decidi– da voluntad de los indios, cholos y mestizos a favor de su causa y enemigos del Rey. Atender a los caudillos Camargo, Caballero y Baca que se habían fortificado en las alturas de Santa Elena, con más número que los anteriores caudillos y hacían continuas incur– siones por la izquierda del Cuartel General y en todo el partido de Cinti. Contener por la parte del despoblado y puntos de Talnia, Rinconada, y Cochinoca, a una gruesa partida que los amenazaba y finalmente avanzar la vanguardia hasta Ylavi para obligar al Ejército reglado enemigo del mando de Rondeau, a que permaneciese en Humahuaca y recuperar de este modo la Provincia de Tarija cuya pérdida nos era muy perjudicial. Para todo este plan daba margen el que el Ejército de Ron-

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