Memorias, diarios y crónicas

Dl.\RIO 10\1 \IX> 1.1\ 1.11\IA 303 ñina (? ) a quienes arrojaron de él, y persiguieron hasta dicho pue– blo de Santa Elena, donde fueron reforzados con Infantería y Caba– llería que les bajó de las alturas, pero sin embargo huyeron todos a ellas a muy corto tiroteo de nuestra tropa que les mató a algunos. Desde el día en que salieron estos dos jefes de la Palcagrande no cesó de llover; pero sin embargo al día siguiente 13 continuaron sus ataques ganando los cerros de Patititi (?) y Quisiquira a viva fuerza y echaron los enemigos de sus primeras trincheras; allanaron a fuer– za de brazo los caminos cortados por zanjas, y subió las tropas a las elevaciones inmediatas al punto frente del enemigo a pesar del fuego que éste les hacía, y de la nube de grandes piedras que ro– dando les arrojaban los enemigos los desalojaron de todas sus pose– siones con pérdida considerable; y reunidos en la más fuerte y ele– vada con los caudillos Camargo, Olivera y Berdeja; más un clérigo llamado Baca que les fabricaba pólvora fueron igualmente arrojados con muerte de muchos, y perseguidos cuatro leguas hasta la hacien– da de ~lonaipata, en donde descansó nuestra tropa. Por la incesante lluvia y oscuridad del día, no se pudo saber el número de muertos que tuvieron pero no bajaría de 600 y más de otros tantos los he– ridos. Por nuestra parte sólo hubo un cabo y 8 granaderos muertos; 9 soldados gravemente heridos; y 42 contusos de piedra. El 15 regresó nuestra tropa al pueblo de Santa Elena; quemó los víveres que no necesitó y todo el pueblo, excepto la iglesia y dos casas de hombres honrados, al siguiente 16 volvieron a parecer los indios en pelotón, en una altura a dos leguas de distancia; fue– ron inmediatamente atacados y desalojados de ella, con alguna pér– dida y ninguna por nuestra parte; se replegaron a otra más eminen– te de la que también fueron arrojados con su caudillo Ferreira, que obraba separado de Camargo mandando esta nueva turba de indios de los cuales quedaron en el campo muertos 60 inclusos algunos cholos de fusil; sin más avería por nuestra parte que la de haber salido herido el abanderado don ~1ario Paiba. Libres de enemigos a la vista; el 17 reunió nuestra división una porción de ganado vacuno y lanar para alimento de la tropa; y em– prendieron su retirada a la hacienda de Ingahuasi seis leguas de San– ta Elena, donde descansaron dos días, y continuaron su retirada a Culpina, para volver a la Palcagrande, bajo del concepto de que los enemigos habían quedado completamente escarmentados; y con el mayor descuido y confianza venían caminando ocupando más de una legua de distancia sin orden y sin los oficiales en sus puestos

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