Memorias, diarios y crónicas

DI.\IUO 'LOl\L\D() EN Lll\lA 313 dirección al Cuzco; y por consiguiente no podía dudar de que si lograba la pacificación de aquella Provincia no podía volver a reu– nírseme en tres o cuatro meses como así sucedió; pero ya tarde según se verá en el lugar en que hablé de todos los sucesos de la expedición del referido señor Ramírez. Rondeau luego que vio en su Cuartel General de Humahuaca la reunión de 4500 hombres de tropa, y 16 piezas de artillería hizo juntar de la campaña de Jujuy y Salta hasta mil hombres que lla– man gauchos montados y armados de machete, o sable corto, y se dispuso a atacarme, seguro de mi corta fuerza, y muchas atencio– nes. Repitió sus órdenes a todos los caudillos para haciendo los úl– timos esfuerzos estrechasen a Tarija, Potosí, Chuquisaca y Cocha– bamba, con la segura esperanza de que en todo el mes de abril ata– caría al Ejército del Rey. Los tales caudillos se empeñaron más que nunca en cumplir las órdenes de Rondeau, con tan lisonjeras espearanzas, aseguraron a todos sus secuaces de que la guerra iba a expirar con el exterminio de la~ Tropas del Rey; que la división del señor Ramírez había sido destruida, y muerto éste a manos de los caudillos del Cuzco Puma– cahua, y Angulo; y finalmente que éstos eran dueños de La Paz, y tenían ya sus tropas cerca de Oruro, dirigiéndose a tomar la espalda del Ejército Real para que atacado por el de Rondeau no escapase ninguno. Estas inventivas produjeron tal efecto que hasta habitantes muy racionales y principales llegaron a creerlas cuanto más la gente estúpida; y especialmente los indios; y se aumentó en todos la éspe– ranza de su independencia en términos de que nunca estuvieron los caudillos en tanta fuerza con la que les dio la circular de seme– jantes noticias. En esta ocasión tan crítica, especialmente para las capitales de las tres Provincias de mi espalda, pidió el Presidente de Charcas Ta– cón que la División de Rolando que defendía la cercanía de Potosí, fuese rápidamente al Terrado a recibir dos compañías de reclutas que enviaba de refuerzo al Cuartel General el Gobernador de aque– lla villa Conde de Casa Real de Yloneda se la envió con prevención de que al momento regresase. Llegó Rolando al Terrado, y no ha– llando las expresadas compañías siguió sus marchas hasta las inme– diaciones de Chuquisaca, y avisó al Presidente; añadiendo a éste, que pues sabía que Padilla se acercaba a la ciudad se le ofrecía con su tropa para ayudarle a batir, y volverse después inmediatamente

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