Memorias, diarios y crónicas

316 JOAQUIN DE LA PEZUELA cia de 36 leguas que mediaba entre el Cuartel General y aquella villa. Este suceso que ocasionó la detención de Rolando en Chuqui– saca me puso en la indispensable necesidad de variar todo un plan de operaciones; porque habiendo determinado recibir a Rondeau en el punto de l\Iojo, y darle una batalla con menos de mitad de fuer– zas de las que él tenía antes que evacuar las Provincias que tanto había costado recuperar, había dispuesto bajar a dicho punto con mi Cuartel General, el Regimiento 2º , Batallón de Granaderos y el resto de la artillería (únicas fuerzas que tenía en él) a cuyo fin habían llegado a Suipacha parte de éstas con el Coronel D. Rufino Bercolme a quien mandé retroceder a Cotagaita, quedando así frus– tradas todas mis ideas; y sin más tropas en el Cuartel General que 300 hombres escasos. En consecuencia resolví hacer el último esfuerzo y mandé al Gobernador del Partido de Chichas Coronel D. Martín de Jáuregui que le levantase todo en armas y se reuniese en Cotagaita para que defendiese aquel punto contra las tentativas de Camargo. Despaché orden a Portocarrero para que así que atacase en Potosí a Zárate se revolviese rápidamente al Cuartel General y dispuse la salida de 200 prisioneros con que me hallaba inclusos 11 oficiales con el l\tayor General y Coronel de los enemigos .Martín Rodríguez que me emba– razaban mucho. Este bribón hizo mil esfuerzos para que yo le hablase antes de marchar para Lima; y aunque me había propuesto no verle, tanto me dijeron de sus buenas circunstancias algunos jefes con quienes había hablado que accedí a su súplica, y le mandé comparecer para que me explicase como lo ejecutó informándome de la pura verdad del estado de los enemigos así en razón de fuerza, como pensa– mientos de Rondeau y su Gobierno que visto después cierto y posi· tivo igualmente que cumplido todo menos lo perteneciente a su persona. Díjome que Rondeau había reunido 5 mil hombres con los úl– timos refuerzos que le habían llegado de Buenos Aires y que debía atacarme desde primeros a mediados de abril que sabía la poca fuerza con que yo me hallaba y lo apurado que estaba por mi espalda que dicho su Gobierno los tenía enga11ados, con que el Rey Fernando estaba en Lisboa repudiado de la Nación y dominando en España el partido de las Cortes, que había una guerra civil entre éste y el del Rey mediando los ingleses contra aquél; que no era

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