Memorias, diarios y crónicas

))! \IUO 'I 01\1 \))() 1.N LI \L\ 323 en d momento de ejecutarla el Conde todos los indios del cerro ll.1m,1do Cacchas, y algunos cholos se les reunirían como lo tenían acordado para entrar a un saqueo, y robar los caudales que debía traer pero sr frustró esta idea porque fueron atacados, derrotados y puestos en precipitada fuga los tales caudillos dejando muchos muertos en el campo y 35 prisioneros que tropezaron con las tro– pas ck Portocarrero y fueron pasados por las armas, sin más pérdi– da dr nuestra parte que la de 3 heridos. El Conde emprendió su marcha cubriendo su retaguardia las dos compañías de granaderos del mando de Aguilcra que a su salida de la villa, y habiendo ape– lotonado muchos cholos, y cacchas los deshicieron a balazos matan– do bastante e hiriendo a muchos. Dicho jefe con su guarnición fiel; y tropas auxiliares salió a las 9 de la mañana del citado día 26 con 107 cargas de pertrechos de guerra; ~<) zurrones de plata acuñada de a 9 mil pesos cada uno; ..j.8 barras de 200 marcos y dos zurrones de chafalonía, piñas y piñones, a cargo del Contador de aquellas Cajas D. José Sánchez Chá\ez. Sacó también y le acompañaron, según yo se lo había man– dado desde Cotagaita, los principales operarios de la Casa de Mone– da, sin haber quedado más que uno escondido. Trajo asimismo con– sigo 7 cargas de piezas principales de aquellas máquinas, para inha– bilitarlas al pronto; y finalmente más de dos mil personas de ambos sexos y de todas clases que emigraron al abrigo de las armas del Rey; de manera que de los 10 curas que tiene la villa de dotación, sólo quedaron dos imposibilitados, y de los frailes de San Juan de Dios y Belén de los capitulares sólo quedó el Regidor D. Mariano Inchausti, encargado del gobierno. De los azogueros de algún viso Coronel IJ. lndalccio Socasa, por ambición a sus intereses, y el abogado D. Juan de la Rua por sospechoso. Del comisionado honrado y fiel que también sirvió con las armas en la mano a las órdenes de su Coronel comerciante D. i\lariano Ibarguen; quedaron los ya antes conocidos D. Angel Bladiz, los dos [en blanco] D. Pedro Arredon– do, D. Ignacio de la Torre, D. Fermín Gauche, D. Fernando Ramí– rez, y D. Joaquín lledoya. De los empleados uno solo siempre malo que fue el Tesorero D. i\liguel Sica, que se ocultó dos días antes de la salida con un confidente suyo D. :\1anuel Valenzucla; finalmente aquella villa quedó desierta de sus principales habitantes, excepto los indicados y hasta las monjas del Carmen hicieron con el Gobier– no las más vivas diligencias para que se las permitiese emigrar con toda una comitiva, y sin atreverse los enemigos, ni aun por el in-

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