Memorias, diarios y crónicas

Dl.\RIO TOJ\IA[)O EN !.IJ\!A 325 ma, carneros y algún ganado vacuno para provisión del Ejército lo que al contrario desde Challapata a Potosí por uno y otro camino hay una suma escasez de todo lo que debían experimentar los ene– migos así como tener abundancia si les dejaba dicho territorio me– tiéndome yo en Oruro que apenas recibe de sus alrededores lo pre– ciso para subsistir sus habitantes. Hecha esta resolución hasta ver lo que daba de sí el tiempo y movimiento de los contrarios al día siguiente, 10 de mi llegada a la Challapata, di orden al Sargento Mayor del 2º Regimiento D. Fran– cisco Javier de Aguilcra, para que saliese con 280 hombres de In– fantería y una partida de 40 de Caballería para Cochabamba, a marchas ejecutivas a fin de reforzar y sostener aquella ciudad de que estaba poco satisfecho por repetidos motivos que tenían todos aquellos habitantes y porque la división del Coronel Velasco estaba mal organizada y peor disciplinada e instruida sin embargo de muy continuadas órdenes y providencias para lo contrario desde la distan– cia en que me hallaba de ella, hasta haberla puesto nuevo jefe que se eludió por unas razones políticas de que contra mi voluntad no pude prescindir; y era además de Ja seguridad de lo principal de aquella provincia una de las razones porque mandé al Brigadier D. ~1iguel Tacón dirigirse su ruta con la guarnición de Ja Ciudad de La Plata, sobre la de Cochabamba, en unión de la División de Velasco, que aunque sujeto fiel y honrado, sus años, poca salud y natal ca– rácter pacífico y cómodo con pocos o ningún servicio militar hasta que por un accidente tomó el mando de dicha división, tenía en ella algunos oficiales de poca confianza, y de quienes se me había informado tenían correspondencia con Arenales. Aguilera marchó al día siguiente de mi llegada a Challapata con la fuerza referida. Interesaba cómo conservar a Cochabamba ya para tener cubierto mi flanco izquierdo, y ya para sacar de aquella los abundantes víveres que produce su territorio como el granero de sus convecinas Provincias. Este en su marcha y punto de la Ramada halló el 21 de mayo al caudillo Lira que era uno de los que hostilizaban los alrededores de aquella ciudad, hacía ya mucho tiempo. Le atacó y batió com– pletamente matándoles bastantes e hiriéndoles no pocos; y le tomó cinco prisioneros que pasó por las armas habiendo sabido por su confesión que la ciudad había sido evacuada dos días antes, y que su guarnición venía en retirada perseguida de los enemigos. Aguilera aceleró su marcha y con efecto se halló con dicha guarnición a las

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