Memorias, diarios y crónicas

328 JOAQUIN DE LA PEZUELJ\ De los cuerpos del Ejército, guarniciones de Potosí y Chuquisa– ca, divisiones y partidas sueltas que se me replegaron y reunieron en Challapata organicé el Ejército dejando lugar en su formación a la tropa de Talavera y Chile que a las órdenes del Coronel D. Ra– fael i\Iaroto había desembarcado en Arica el 10 de mayo de 1815 con 180 plazas de su regimiento y 202 chilenos llamados Cazadores los cuales debían llegarme en todo aquel mes. Con ellos contaba la fuerza de 3007 hombres de Infantería y Caballería con fusil y 20 piezas de artillería según se demuestra en el plan primitivo de ba– talla No . 7. Por mañana y tarde se trabajaba en ejercicios de batallón y en grande con todo el ejército de manera que en muy pocos días se puso en un estado de instrucción sobresaliente. i\Ii segundo el General Ramírez de regreso de su feliz expedi– ción del Cuzco se hallaba con sus tropas en marcha para el Cuartel General así como i\laroto con las suyas por una parte un batallón procedente de Chile había desembarcado en el referido Puerto de Arica en los días 4 y 5 de junio con 4 78 plazas según me participó su Comandante el Coronel D. J osé Ballesteros y aunque yo me ha– llaba resuelto a recibir a los enemigos en el punto elegido de Pe– quereque, si me atacaban antes de llegar estos refuerzos quise oir el dictamen de los primeros jefes a quienes reuní en junta el 16 de junio pero habiendo sido de unánime dictamen de mantenerse el ejército en Challapata hasta estar cierto de venir el enemigo a bus– carle, y en tal caso retirarle hasta unirse con aquéllos por no aven– turar una acción de tan graves consecuencias me conformé con su parecer, y continuando siempre en incesante instrucción, y el ene– migo sin salir de su posición de Yocalla, llegó la primera divi– sión al mando del Coronel i\Iaroto en 3 14 plazas el 23 de julio y finalmente mi segundo Ramírez el 26 del mismo con 550 de solda– dos antiguos que sacó de Suipacha cuando emprendió su marcha sobre el Cuzco en el Regimiento 1 º y Batallón del General y el resto hasta 1400 hombres de reclutas que en su vida habían tomado el fusil, padeciendo ambos cuerpos y especialmente el primero en su expedición una considerable y escandalosa deserción. La mayor par– te de los expresados reclutas era de la infame ciudad de La Paz y cogidos poco menos que a lazo al paso por villa de dicho general los cuales cumplieron con la abominable conducta que lo hicieron siempre los natales de ella, desertándose los más de ellos con tal destreza que por más diligencias que se hicieron sólo se lograron

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