Memorias, diarios y crónicas

DI.\IHO 1'01\1 \DO 1.N L1 \!A 329 aprender unos cuantos que se pasaron por las armas, y ninguno de dicha ciudad donde los abrigaban y el gobierno no los buscaba; por aquellas razones que lo hacían los jefes de las demás Provincias y que no es menester expresar, por hacerlas con el silencio el honor de que no son dignos de ellos y los magistrados de las Provincias. El plan primitivo de batalla No. 7 demuestra la fuerza de 4,438 hombres de fusil de Infantería y Caballería y 24 piezas de artillería a que ascendió el ejército de operaciones con los enunciados re– fuerzos. El mismo plan No . 7 expresa la que tenía la División de Paria de 862 hombres de Infantería y Caballería con 4 cañones que for– maban el Batallón de Fernando VII y los escuadrones de San Car– los y Cochabamba para sostener la Plaza de Oruro amenazada por las divisiones sueltas de Arenales, Lanza y otros caudillos que esta– ban situados no muy distante de ella. La necesidad de atacar a los enemigos era urgentísima, así para no darles lugar a que instruyesen el considerable número de reclutas que habían sacado de las provincias de Potosí, Charcas y Cocha– bamba como porque con las ventajas de la ocupación de terreno que habían logrado se iba fomentando la insurrección en las provin– cias de La Paz y Puno de una manera considerable especialmente en los partidos de Larecaja, Azángaro y otros por los caudillos i\luñecas, ;..1onroy, Carrión y otros según se ve en los partes de las acciones de fs. [en blanco). Me precisaba además el buscar al enemigo la desagradable noti– cia que tuvo por el correo de Lima el 24 de julio de que la expe– dición del Mariscal de Campo D. Pablo Morrillo, destinada contra Buenos Aires y compuesta de 10,400 hombres se había dirigido a la costa firme de Caracas, dejando por consiguiente a dicha rebelde capital en aptitud de remitir sin atenciones por aquella parte consi– derables refuerzos de los que allí tenían ya dispuestos para resistir los ataques del General Morillo. Esta novedad tan inesperada como que de oficio se había co– municado por el Gobierno al Virrey de Lima, y de éste a mí y hasta en las gacetas públicas, causó en el ejército dominando no poco sentimiento al ver prolongarse una guerra tan cruel y destruc– tora que habían concebido justamente finalizada luego que la formi– dable expedición de Morillo desembarcase en las costas de Montevi– deo y tomase a Buenos Aires. Entristeció los ánimos de los habitan– tes fieles pacíficos que esperaban lograr pronto, con aquellas fuerzas

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