Memorias, diarios y crónicas

358 IGNACIO ALVAREZ THOMAS Jujuy la retirada de los restos de aquél, batido en los campos de Sipe-Sipe por los españoles. Los anarquistas aprovechando este con– traste, atacaron alevosamente el cuerpo de observación situado en la ciudad de Santa Fe, al mando del general Viamonte, y lo rindieron antes de poder ser socorrido por las fuerzas que concentraba el ge– neral Belgrano en la villa del Rosario, quien a pesar de su tan bien merecida reputación, fue víctima de las pasiones innobles de jefes cuyos nombres figuran en los periódicos de aquel tiempo. La con– vicción que por entonces me asistía de ser enteramente inútiles mis esfuerzos a la cabeza de la administración, me decidieron a dimitir el mando, depositándolo en manos del Cabildo, y junta de obser– vación, que nombraron un gobierno provisorio el 16 de abril de 1816, retirándome a mi casa, en donde recibí los testimonios más lisonjeros del aprecio y estimación que me tributaba la parte sen– sata y más distinguida de la capital; como sucesivamente lo hicieron muchas personas influyentes de las provincias hermanas, bien per– suadidas d.el celo que había dedicado a la causa sagrada de la pa– tria. Ningún provecho individual reporté de tan alto encargo, si no es Ja pureza de una conciencia, que contrasta el peculado vergon– zoso con que se han manchado algunos de nuestros compatriotas. Ni mi educación, ni mis principios, dieron jamás cabida al menor acto indelicado en mi vida. Hoy en el destierro, saboreo con digni– dad las privaciones que nos cercan, como fruto de una probidad no bien apreciada de todos los hombres, pero que yo respeto con en– tusiasmo. Pocos meses después se me nombró presidente del tribunal mi– litar que entendía en el juzgamiento de los delitos a efectos al fue– ro de guerra, y seguidamente vocal de la comisión de guerra, espe– cie de consejo para proponer las medidas de defensa, arreglo del ejército en sus diferentes ramos, y que cerró sus trabajos en 1817 con Ja publicación de las tácticas para la infantería y caballería, que hoy sirven para la instrucción de las tropas, y en la que se encuentra registrado mi nombre como un timbre de honor. Reorganizado en 1818 en una escala mayor el estado mayor general, se me colocó en la clase de primer ayudante comandante general, afecto al ramo de infantería, ocupación laboriosa que de– sempene hasta principios del año siguiente que salí a campaña como jefe de estado mayor del ejército de operaciones contra Santa Fe confiado al general Viamonte, en la que ninguna ventaja repor– tamos, quedando al fin sitiados en la villa del Rosario, después de

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