Memorias, diarios y crónicas

MEMORANDUl\1 PARA MI FAMILIA "359 muchos combates parciales en esta guerra irregular de montonera, siempre funesta para Buenos Aires. El ejército auxiliar del Perú que se aprestaba en Tucumán a las órdenes del ínclito y malogrado ge– neral Belgrano, fue llamado imprudentemente a tomar parte en la guerra civil, y aunque él sirvió para imponer respeto a la anarquía al principio, ésta levantando su cabeza con más vigor en 1820, pre– paró los desastres de aquel año de funesta memoria. La aproxima– ción de dicho ejército con tribuyó para suspender las hostilidades, firmando yo un convenio en San Lorenzo por abril de 1819 en el cual ofrecía el Gobernador López de Santa Fe terminar de acuerdo con Artigas todas las diferencias, enviando sus diputados al Congre– so Constituyente reunido en la Capital. Retirado el ejército, quedé yo con una división de 700 hom– bres establecido en San Nicolás de los Arroyos, y au torizado por el gobierno supremo para concluir con los diputados de López y Arti– gas, el tratado definitivo de reconciliación. Los meses pasaban ins– tando por una parte, y prometiendo por la otra, lo que se vio después que no tenían intención d e cumplir. Al fin logré alcanzar el relevo y vino a tomar el mando del cantón el general Rodríguez, volviendo yo al ejercicio de mis funciones en el estado mayor general. Con el año de 1820 recomenzaron las hostilidades de Santa Fe, y con ellas la disolución del Directorio y el Congreso; la disper– sión de las fuerzas en Cepeda; la desorganización del ejército del Perú en la Cruz Alta, el desencadenamiento de la prensa, y la alter– nativa de una serie de gobernadores puestos y quitados casi sema– nalmente por el furor de los partidos que se disputaban el mando. De aquí las persecuciones, destierros y emigraciones que hicieron memorable aquella época. También fui yo víctima de las pasiones por causas que hasta ahora ignoro. Conducido a la prisión de los congresales por orden del gobernador Sarratea, fui puesto en liber– tad por su sucesor Ramos Mejía a los diecinueve días de detención arbitraria. Poco después el Gobernador en campaña Dorrego me llevó a su lado so pretexto de servirle de secretario general. Me incorporé a él en Areco en los momentos en que la división de su mando había sido dispersada en Pavón por los santafecinos. Para sustraerme de su incómoda compañía le induje a confiarme el man– do de la guarnició n de San Nicolás de los Arroyos, en donde per– manecí hasta que los sucesos de octubre enfrenando la anarquía,

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