Memorias, diarios y crónicas
374 IGNACIO ALVAREZ TIIOMAS Rico, Olmos y o tros hacendados de la misma campaña, entre los que figuran muchos jóvenes de las familias más principales de Bue– nos Aires; todos ardiendo en deseos de reunirse al general Lavalle para vengar el ultraje de su patria. Tan preciosa porción de compa– triotas va a robustecer antes de pocos días el poder material del ejercito libertador, que ha de exterminar el vandalaje del Entre Ríos, y pasar triunfante a la orilla derecha del Paraná, en donde le esperan ansiosos los buenos porteños tan pro nunciados en la parte del Nor te por la buena causa, y de cuyo distrito se han arrancado infinidad de propietarios que gimen en las cárceles por meras sos– pechas, a la par de muchos otros de las demás fracciones de la campaña bonaerense. Estamos en enero de 1840. Por fin después de más de tr~s meses de estar en presencia los ejércitos beligerantes sin más opera– ciones que algunas guerrillas y pequeños movimientos dentro de un reducido espacio de terreno la fortuna ha coronado de nuevo con la palma de la victoria al general Rivera en los campos de Cagancha el 29 de diciembre anterior, quedando completamente derrotados los esclavos de Rosas mandados por Echagüe (cacique de Entre Ríos) que perseguidos en todas direcciones, apenas han logrado sal– var como mil quinientos hombres que han podido refugiarse a su provincia, en el mayor desorden a favor de lo practicable del Uru– guay en la presente estación. Este suceso es de inmensa impo rtancia para la causa de la civilización, y acontece en los momentos en que la Francia redobla sus esfuerzos para imponer a aquel caudillo con la concurrencia de sus aliados. Se asegura que el mismo Rivera pasará con dos mil hombres para obrar en combinación con el ge– neral Lavalle, mientras que una gruesa fuerza naval va a posesionar– se del río Paraná, tanto para cortar toda comunicación con la ban– da occidental, como para facilitar el tránsito, luego que el Entre Ríos quede purgado de sus opresores. Los acontecimientos militares van pues a precipitarse en los primeros meses del nuevo año. iQuie– ra el árbitro dispensador de la fortuna, acordarla a los redentores de su patria para que el sol de mayo sea saludado por los legiona– rios proscriptos en la plaza de la Victoria como término y recom– pensa de tan generosos afanes! iY también para que los hombres que hayan de influir en la reconstrucción del edificio social demo– lido por la barbarie, tengan la prudencia, la entereza, y previsión que exige la complicada posición de sus negocios políticos... !
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