Memorias, diarios y crónicas

l\11 \IOR.\"IDUJ\l PARA l\!l FJ\MII.IJ\ 379 el embarco de todas sus íuerzas, y material de guerra, protegido por los buques franceses, y en presencia de su adversario que nada hizo para impedirlo. Cuando Rosas y sus satélites se entregaban a los regocijos en sus orgías para celebrar la derrota del ejército libertador en Entre Ríos, éste desembarcó súbitamente en la inmediación de San Pedro en los primeros días de agosto, y con una pequeña división que pudo montar, deshizo en un momento el cuerpo de observación mandado por el general Pacheco, que le dejó en aptitud de remon– tar el todo de su caballería e internarse hacia la capital asistido con la cooperación de todos los hacendados del tránsito que han demos– trado en la generalidad sus comprimidos sentimientos de libertad. En carta de Ignacio después del desembarco, nos participa que por un compromiso de honor, ha tenido que ocupar el empleo de oficial de su malogrado hermano; lo que nos demuestra el mayor riesgo de su persona por ser el cuerpo en que sirve, el primero de vanguardia. iQue la fortuna nos mire con la compasión que la equi– dad exige! A tan inesperada not1c1a, Rosas formó un campamento a las inmediaciones de la capital {Santos Lugares) atrincherándose en él con una formidable artillería de grueso calibre, mientras que el ge– neral Lavalle maniobraba en persecución de las fuerzas volantes ene– migas que dispersó en todas direcciones; llegando a apostarse con su vanguardia a poca distancia del campo liberticida, buscando las sim– patías con que brinda la nobleza de la causa que defiende. Por des– gracia, éstas todavía no se manifiestan al punto que era de esperar contando con el apoyo de la fuerza material del ejército libertador. Si los franceses como se anuncia, por un golpe de mano se apode– rasen de la ciudad que ha quedado casi desguarnecida y entregada a los sicarios del tirano que imponen espanto a sus oprimidos mora– dores, la cuestión cambiaría enteramente de aspecto, y el resultado sería pronto y decisivo en favor de la humanidad. Veremos si esto tiene efecto y más cuando se esperan por momentos grandes refuer– zos de Francia con un nuevo almirante a su cabeza. Suspendo aquí. .. 2a. ADICION Vuelvo a continuar esta penosa tarea exclamando con el Pe– trarca: "Ahi! null altro che pianto al mondo dura! " "iAh! iEn el mundo sólo duran las lágrimas! "

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