Memorias, diarios y crónicas

J\IEl\IOR \:-<DUl\I P.\R.\ J\Il F.\l\IILIA 387 recuerdos privados, he querido consignarlas como verdades dolorosas y un desahogo a mis pesares. Pasando ahora a lo que me es personal, y tocando la falta de recursos materiales para subsistir, yo no puedo contemplar la suerte de mi fami lia sin la mayor inquietud. Consentimos en entrar a puerto para repara r los quebrantos de tan larga peregrinació n, pero la inclemencia de los tiempos, nos ha arrojado de nuevo al piélago de desgracias en que estamos envueltos. El origen de estos apuros consiste: 1.- En la escasa propiedad con que desde un principio hemos contado p ara subvenir a las necesidades de una c recida fami– lia. 2.- En los gastos ocasionados por mi deportación al Brasil. 3.- En el desmerecimiento en que han caído los productos del pas– toreo, pu es que el valor d el ganado vacuno y yeguarizo ha dismi– nuido un 50 % de cuatro años a esta parte; y 4. - Por la ruinosa especulación de benefici ar en sociedad al año anterior, 800 anima les vacunos que estimados al precio corriente sólo produjo la mitad del capital, resultándome el quebranto de más de 1,500 pesos metáli– cos. Los apuros a que nos reducen estas razones, exceden los lími– tes dd sacrificio , porque mientras estamos faltos de ropa, calzado, etcétera, apenas podemos erogar lo estrictamente necesario para vivir, renunciando a todo regalo, y esto con la ayuda de las costu– ras que mi buena mujer e hija toman a su cargo . Yo también que– ría haciendo abstracción de lo que he sido, ocuparme de algo pro– ductivo que fuese en algún modo compatible con mis hábi tos y edad, mas hasta hoy no he logrado combinar este deseo tan indis– pensable para tranquilizar mi agitado espíritu. Podríamos recurrir al extremo caso, d e ir a encerrarnos en los arruinados ranchos de la estancia, empero este remedio , tiene el gran inconveniente de la impresión moral que debe producir cada uno de los objetos que en ella se encuentran, recordando Ja mano de nuestros hijos qu e los han trazado, y de quienes hemos sido privados por la fatalidad del destino. iTerrible condición que redobla nuestros sufrimientos! En medio de las angustias que me fuerzan a no poder reembolsar lo que estoy debiendo contra la costumbre q ue siempre he seguido en mis transacciones privadas, la mayor es y la más penosa para mí, el crédito de la sirvienta Petrona .:\'arbona por sus salarios devengados. Esta mujer que hace ya 27 años que nos acompaña con la más grande fidelidad; que es la segunda madre de todos mis hijos, a quienes, uno a uno, ha despechado amorosamente y que a pesar de su humilde color, jamás ha abusado de los derechos adquiridos en

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx