Memorias, diarios y crónicas

DIARIO DE LA EXPEDICION DEL MCAL. DE CPO. JUAN RAMIREZ 39$ Quedaron con esto los rebeldes en quieta posesión de aquella capital; y sin perder tiempo intimaron la rendición al coronel don Joaquín Rebuelta, comandante del Desaguadero, quien les contestó con la expresiva firmeza que debía esperarse de aquel benemérito oficial; pero abandonado en el primer ataque de muchos de los su– yos y de todo el pueblo, tuvo que evacuarle y retirarse a La Paz el 11 de setiembre, con solos 14 hombres la mayor parte heridos; dejando en aquel interesante punto trece piezas de diferentes cali– bres, y cuanto contenían sus copiosos y antiguos almacenes. Dueños ya del Desaguadero, y de toda su artillería, armas y pertrechos los insurgentes; habiéndoseles reunido gran parte de su guarnición y la de Puno; y seguros de la adhesión y voluntad de aquellos naturales, pensaron invadir y atacar cuanto antes La Paz; y se pusieron sobre ella el 22 con 400 fusiles, poco más o menos, dos culebrinas, y seis piezas de a 4 y 2. Tendría esta ciudad como 200 hombres de buena tropa, con oficiales de bastante confianza; cuatro piezas de a 4, y un cuerpo de más de 100 voluntarios, todos muy seguros, bien armados, y re– sueltos a llenar su deber y defender sus intereses, que no eran pocos. Aunque su situación no es a propósito, para resistir un largo sitio, por estar edificada en el fondo de una quebrada de cerca de una legua de descenso, y rodeada de cerros que la dominan; toda– vía con esta fuerza y sus regulares atrincheramientos, pudiera haber– se sostenido, y esperar algún auxilio; empero dividida su atención entre recelos y cuidados interiores, y los ataques del enemigo; no pudiendo obrar la tropa con confianza, ni libertad, y habiéndosele pasado a aquél la mayor parte de su plebe, fue entrada a viva fuer– za en la mañana del 24, después de una resistencia vigorosa; y los rebeldes y la canalla cometieron cuantos excesos son imaginables en aquel día, que no fue sin embargo sino un pasajero aunque cruel ensayo de las atrocidades inauditas del 28 siguiente. Hallábanse presos y custodiados con una buena guardia en la casa pretorial su Gobernador el Brigadier Marqués de Valde Hoyos, cinco coroneles, otros oficiales de graduación, varios capitanes y subalternos; y algunos particulares en el cuartel principal. Condujé– ronse a éste en aquella mañana unos cajones de cartuchos desde otro almacén; y habiéndose roto uno de ellos, formó en el tránsito con el derrame sucesivo una especie de guía hasta el depósito; saltó una chispa de los fogones inmediatos; prendiose aquélla; y transmi-

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