Memorias, diarios y crónicas

DIARIO DE LA EXPEDICJON DEL MCAL. DE CPO. J UAN RAMIREZ 397 El 24 se movió el campo de Oruro en seguimiento de Saravia, y continuando las marchas sin novedad por San Juan, Panduro, Aroma, Sicasica, el Ingenio y Ayoayo, llegamos el 31 a Calamarca. En sus inmediaciones se recibió un parte del comandante de la vanguardia desde el Alto de La Paz, avisando la aproximación de los enemigos por el camino real, y un pequeño tiroteo de una guerrilla nuestra, al mando del sargento mayor Anglada con sus avanzadas. Varios emigrados que se presentaron en este pueblo, proceden– tes de la misma ciudad, de la que habían salido aquel día al abrigo de la guarnición, aseguraron que ésta, reunida ya a la vanguardia, quedaba replegada cinco leguas más acá en el punto de la Ventilla; y habiéndolo confirmado en su inmediato parte el mismo Saravia, se le previno que observando los movimientos del enemigo, y evi– tando todo ataque formal, se mantuviese allí, esperando nuestra reunión. A las 5 de la mañana del día siguiente 1° de noviembre, se puso el ejército en movimiento, y antes de las 12; con 7 leguas de marcha, se reunió en la Ventilla a la vanguardia, que recibió al Ge– neral con sincero júbilo, y las más expresivas aclamaciones. Recono– cido el terreno, se situó el campo con todas las precauciones que exigía la inmediación de los enemigos, que se dejaban divisar al frente, situados en unas rancherías, como a dos leguas de distancia. Destacáronse algunas partidas que reconociesen más de cerca su posición y movimientos; y colocándose en el campo las avanzadas precisas para evitar toda sorpresa, se dio a la tropa el descanso de que necesitaba después de una marcha casi no interrumpida, de más de 170 leguas, y en vísperas de un ataque. Habíase propuesto el General buscar a los rebeldes en el inme– diato 2 de noviembre; y con este fin en el mayor silencio se levan– tó el campo antes de amanecer, y se formó la tropa al rayar la aurora; pero se reconoció luego que aquéllos se habían retirado, con cuyo motivo se tomó la dirección al Alto de La Paz. Rompieron la marcha nuestras guerrillas a distancia proporcio– nada para descubrir el terreno, y proteger los costados; y siguió nuestro pequeño ejército en tres columnas con los claros necesarios para desplegar en batalla: cuatro piezas, escoltadas por la caballería a su cabeza; el Batallón del General a retaguardia con otras dos; y a muy corta distancia los equipajes y emigrados, custodiados por dos partidas de infantería.

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