Memorias, diarios y crónicas

404 JUAN J OSE ALCON Tomaba cada día más cuerpo el rumor de que los enemigos, reunidas las reliquias de la batalla de La Paz a la expedición de Pumacahua y Angulo, reforzados y llenos de confianza por las ven– tajas que éstos habían conseguido, pensaban en dar o esperar otra acción en el camino; pero se hablaba con mucha variedad sobre el punto fijo que ocupaban. Con el fin de descubrir algo más, y de descansar de la fatiga del día anterior, se hizo alto el 27 en Vilque, y el 28 acampamos en Tayataya a seis leguas de distancia. Habíase desertado en la noche antes un soldado de los que se presentaron y fueron indultados en el Desaguadero; y habiendo sido perseguido y alcanzado en su fuga por una partida nuestra, creyó el General que debía ser tratado con todo el rigor de las leyes mili- _ tares para escarmiento de los demás, y en su consecuencia fue pa– sado por las armas. Pasamos el 29 al ingenio de las Maravillas, situado a las dos leguas y en él dieron noticia al General de que los rebeldes tenían ocupada la angostura, que llaman la Compuerta, distante cinco le– guas, con una corta fuerza: en su vista, y antes de que la reforza– sen, lo que tal vez nos hubiera detenido por ser un paso forzoso, estrecho y de suma aspereza; ordenó que en la misma tarde saliesen las dos guerrillas, y el piquete de caballería, y descansando en el prado, cayesen al amanecer sobre el destacamento enemigo, y le desalojasen de aquel puesto. Ejecutóse puntualmente: pero se halló que le habían abando– nado sin esperar la aproximación de nuestras partidas; en su conse– cuencia se situaron estas dos de la otra banda del desfiladero en la pampa de Pasto Grande, y el 30 pasó el ejército la noche en San Ramón, otro ingenio distante cuatro leguas y media del anteceden– te, y el 1° de diciembre se reunió con sus guerrillas, y se acampó en el mismo Pasto Grande. En este punto se nos pasó un hombre llamado José Bernardino Escobedo; y habiéndosele tomado su declaración, depuso que los insurgentes se hallaban situados en Apo a dieciséis leguas de distan– cia; que tenían 21 piezas de artillería de diversos calibres; y según les había oído decir sobre 12,000 hombres de todas armas; y entre ellos bastante y buena caballer ía de la provincia de Arequipa. Con este dato se continuó marchando con toda precaución los días 2, 3 y 4, y el 5 se situó el campo a dos leguas de Apo, poco más o menos. Estaba el General reconociendo el terreno para apos-

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