Memorias, diarios y crónicas

408 JUAN JOSE ALCON Penetrado el General de estos sent1m1entos, y reconocido a sus leales y finas demostraciones, procuró aprovecharlas en beneficio común, y confirmar a aquellos habitantes en el amor al soberano y gobierno legítimo, ganando cada día más y más sus ánimos con la natural afabilidad, y constante modestia que le caracteriza; y por estos medios que dictaban las circunstancias y aprobaba la pruden– cia, quedó como se verá la provincia de Arequipa, no sin haber visto algunos ejemplares con algunos obstinados, en perfecto arreglo, y en estado de concurrir con todos sus recursos al triunfo de las armas del Rey, y de la buena causa. Muchas y muy graves atenciones ocuparon a nuestro General desde su entrada en aquella capital. La tropa con una marcha conti– nuada de muy cerca de trescientas leguas, parte por un árido despo– blado, y lo restante por un país insurgente, y rodeada de ene'!l.igos, sobre sumamente fatigada, venía descalza y desnuda; y las armas y el tren no habían padecido menos. Aunque Arequipa se hallaba restituida a su antiguo orden, la mayor parte de su provincia, y casi todos los partidos estaban re– vueltos, y en manifiesta conmoción. No era posible subdividir nuestro pequeño ejército, y la índole de aquellos habitantes inspiraba por otra parte esperanzas de poder ser reducidos sin tocar los extremos de la severidad y de la fuerza; en su consecuencia se expidieron y circularon, por medio de comi– sionados sagaces y seguros, las órdenes y proclamas convenientes; y produjeron tan buen efecto, que no sólo volvieron sobre sus pasos los pueblos alucinados, sino que en general se apoderaron de los caudillos, y con sus armas y principales secuaces los iban remitien– do a la ciudad. Entre tanto se formaba la maestranza de armería y carpintería para la refacción de armas y parque; y sin perder tiempo se puso también la mano en los uniformes y calzado de la tropa, tomando los paños y demás efectos de la primera calidad; así por la escasez de los de segunda, como por ser ella muy acreedora a esta distin– ción y preferencia por sus importantes servicios. Formóse también con algunos veteranos del ejército y buena caballería de Arequipa un cuerpo de 250 hombres, y se le destinó a las cabeceras de Caylloma, para que observando los movimientos y operaciones de los rebeldes que infestaban aquellas inmediaciones, contuviese al mismo tiempo ¡a los chuquibambas, únicos en toda la provincia que se mantenían por t;llos; y con igual prontitud se dio

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