Memorias, diarios y crónicas

DIARIO DE LA EXPEDICION DEL MCAL. DE CPO. JUAN RAMIREZ 409 principio al alistamiento y disciplina de algunas compañías que a la salida del ejército guarneciesen la ciudad. En medio de la lenidad y dulzura adoptadas en esta ciudad, creyó el General conveniente también que, habiendo sido por espa– cio de más de un mes el teatro de las violencias y atentados de los insurgentes, viesen sus habitantes que aún ejercían las leyes su seve– ro y respetable imperio con los incorregibles y obstinados. Con este objeto, habiendo sido preso el reincidente y contu– maz revolucionario José Astete, y el parricida José Chirveches con otros varios delincuentes de menos gravedad, fueron los dos prime– ros juzgados y condenados a muerte por la comisión militar, y se les ejecutó sobre la marcha, remitiéndose los demás con sus causas y condenas a disposición del excelentísimo señor Virrey. En estas providencias se consumió el resto del mes de diciem– bre, en medio de los constantes desvelos, e infatigable actividad del General; y cuando evacuadas ya en la mayor parte sus principales atenciones, vestida la tropa, y refaccionadas las armas y tren, nos preparábamos a partir a mediados de enero, fue preciso suspender esta resolución, así por la casi general epidemia que con la mudan– za de temperamento y alimentos había grasado en oficiales y solda– dos, como por el rigor de la estación, y excesivas aguas que la ha– cían inverificable. Felizmente en este intermedio ocupaba la atención de los cau– dillos Pumacahua y Angulo la contrarrevolución, que a la voz del Rey había intentado con otros el teniente coronel Ruiz Caro en el partido de Tinta; y aunque al fin prevalecieron aquéllos, y con mucha dificultad apenas pudo éste escapar con solos 40 hombres hasta Arequipa; fue sin embargo muy útil su proyecto, por haber entretenido casi todo este tiempo a los enemigos. Habían salido para Puno en virtud de órdenes ejecutivas el intendente don Manuel Químper y los demás empleados; y aunque no sin recelos y zozobras, se mantenía aquella capital y la mayor parte de la provincia en sosiego, y con la comunicación franca con La Paz y el ejército; pero en estos días avivó Qui'mper sus partes sobre la aproximación y miras hostiles de los enemigos; y en su vista resolvió el General acelerar en cuanto fuese posible su partida, previniendo a los comandantes se aprontasen para el 24 o 25; mas habiéndose traído a la vista los estados de las compañías, se halló existir en el hospital 122 hombres; y en su consideración, oyendo a

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