Memorias, diarios y crónicas

410 JUAN JOSE ALCON los facultativos, acordó dilatarla unos días, fijando el 9 o 10 del entrante febrero para realizarla sin recurso. Comunicada esta resolución, obró tanto en el animo fiel de nuestros enfermos, que la mayor parte, aun sin haber convalecido, se restituyeron a sus compañías, quedando sólo en el hospital 26 hombres, y un oficial de los más postrados. En este estado, y reforzado nuestro pequeño ejército con algu– nos reclutas y dispersos, que se les reunieron hasta el número de 1,200 bayonetas, y 50 hombres más de dragones de Tinta; colocado a la cabeza de esta provincia el activo y pundonoroso don Pío de Tristán, rompió el 11 la marcha el regimiento número 1° y se acampó en Cangallo, en donde el 12 siguiente se le reunió el Gene– ral con el tren y resto del ejército, en medio de un bien molesto y continuado aguacero. Sin cesar el temporal, y convirtiéndose el agua en nieve, según se iba montando la cordillera, continuamos la marcha el 13 y 14, y llegamos el 15 a Pati, en cuyo punto supo el General que los ene– migos reunían todas sus fuerzas entre Ayaviri y Pucará, y tenían algunas partidas sobre Lampa, amenazando invadir a Puno. En estas circunstancias y situación llegó un expreso del señor General en Jefe don Joaquín de la Pezuela, ordenando a su segundo el general Ram írez, que inmediatamente se replegase sobre Potosí con toda su fuerza, por hallarse el ejército de su mando sumamente apurado por los enemigos del fren te; y aun mucho más por los infi– n itos caudillos, que derramados en los diferentes puntos de la pro– vincia de Cochabamba, La Plata y Potosí, distraían todos sus fuer– zas, y multiplicaban sus atenciones. Para deliberar en asunto de esta gravedad, reunió el General a todos los jefes, y manifestándoles el tenor de la orden, expuso cada u no su dictamen. Convinieron muy uniformemente en que eran muy considera– bles los inconvenientes que se ofrecían para su cumplimiento, y peligrosas las consecuencias que podría ocasionar; que hallándose el Cuzco en el mayor calor de su revolución; el coronel González sin poder pasar de Huamanga, y los caudillos Pumacahua y Angulo entre Ayaviri y Pucará, a menos de 30 leguas de Puno, con una reunión extraordinaria y mayor que nunca de armas y gente; era consiguiente y forzoso que luego que nos retirásemos, cayesen aqué– llos sobre esta provincia, la de Arequipa y La Paz, y lo llevasen todo a sangre y fuego, incendiando de una vez el reino entero, y

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