Memorias, diarios y crónicas

DIARIO DE LA EXPEDICION DEL MCAL. DE CPO. JUAN RAMIREZ 415 cho más debiendo pasar el ejército sucesivamente, y en pequeños trozos por el corto número de balsas. Reflexionado todo esto por el General, y comunicado con los jefes, desistió de pasar el río por este punto, y se resolvió a seguir más bien buscando su origen hasta las cabeceras de Umachiri, por donde podía ser vadeable; y en su consecuencia mandó que se des– hiciesen las balsas, conduciéndose los útiles, por si volviesen a ser necesarios; y que se continuase la marcha por la orilla del mismo río, dejando éste y los enemigos a nuestra derecha, e inclinándonos hacia Umachiri, aunque con algún rodeo. Con esta dirección y en buen orden nos pusimos en mov1m1en– to el 9 siguiente, y después de 5 leguas, acampamos en una pampa desde la que se divisa el pueblo de Ayaviri; llevando siempre el río a la derecha, y los enemigos a la vista. El 1 O fue mucho más penosa la marcha por los frecuentes pantanos y atolladeros; como que' íbamos fuera del camino real, habiendo soldados que se metían en el lodo hasta la cintura, siendo digno en verdad de igual admiración que elogio el que en medio de tanto trabajo, y rodeados por todas partes de enemigos, ninguno se quejase, ni diese la menor muestra de descontento ni inquietud, y que todos fuesen tranquilos y satisfechos, con la serenidad y pre– sencia de ánimo de su general; persuadidos que nada podía suceder– les adverso, siendo guiados por su valor y experiencia. Así marcha– mos 4 leguas, y acampamos en la estancia de Tacañaqui. Los insurgentes estuvieron todo el día en un continuo movi– miento, y recibiendo repetidos refuerzos por el camino de Santa Rosa; antes de la oración formaron tres campamentos a nuestra vis– ta: uno al frente al mando de Pumacahua; otro al de Vicente Angu– lo en la Rionconada de Chuquibamba; y el tercero al de Béjar cerca del puebo de Ayaviri. A las dos de la mañana vimos un tiro de cañón del campa– mento de Angulo que sin duda le levantó a esa hora; hicímoslo no– sotros como a las 6; y habiendo andado como tres leguas recostán– donos siempre sobre Umachiri, descubrimos sus altos, y divisamos en ellos varios grupos de caballería, y un grueso mayor en el últi– mo y· más inmediato al pueblo. Reforzó el General la guerrilla con los dragones de Tinta para que los desalojasen; y se verificó con un corto tiroteo, retirándose los enemigos a la banda opuesta del río Umachiri; allí volvió a empeñarse con nuestra guerrilla; y habiéndoseles reunido otras parti-

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