Memorias, diarios y crónicas

430 JUAN JOSE ALCON espada. La religión, la humanidad, el honor y los talentos de vuestra señoría sean los consulLOres de cuanto he dicho; dignándose contestarme antes de todo proce– dimiento, para contestar yo a la nación de los míos. Dios guarde a vuestra señoría muchos años. Cuartel general de Ayaviri, febrero 28 de 1815.- Vicente Angulo.- Señor mariscal de campo, y l(eneral en jefe, Don Juan Ramírez. Núm. 5. Otro de Pumacahua. [Campo de Colaparque, 6 de marzo de 1815 ). En el momento de haber tenido la noticia de que usted se dirigía a estos lugares, continuando en el capricho, que considero imposible por todas circuns– tancias, de que se pueda descomponer el nuevo sistema de gobierno que mediante las disposiciones divinas, han tomado mis amados compatriotas los americanos, salvo que algunos desnaturalizados, no hayan abrazado este feliz partido, quienes en parte han tocado su última ruina, y aun tocarán otros que ciegos y engañados; siguen los errados pasos de usted, a menos que manifiesten según estoy cierto, que los más sólo se mantienen a su lado por la fuerza: tuve por conveniente el conducirme a este punto con mi ejército invencible, sin más objeto en mancomún que el de vencer o morir que es lo natural, y son las palabras de las que no desistiré de ninguna manera, a fe de Pumacahua. Llegado que fui a este dicho punto, he pasado de vista una proclama seduc– tiva de usted, que por circular había despachado a estos lugares; asimismo he visto una carta contestación al señor mariscal de campo de los ejércitos naciona– les don Vicente Angulo. En el primer papel, en sustancia ofrece perdonar usted a todos, pero que le tremulan las manos por Pumacahua, Angulos, Béjar y Pinelo, según me acuerdo: iqué disparate! En el segundo que rindiendo las armas defensoras de la patria al frente del río a la tropa del Rey, serían por consiguiente perdonados, después de recibir el abrazo de paz: ibravo absurdo! Sepa y advierta usted que aquellos individuos le han de hacer tremular, no sólo las manos y sí todo el cuerpo, al tomarle cuenta de tantas extorsiones que ha cometido usted, así con personas seculares, como con los señores eclesiásticos; de la sangre que se ha derramado por cuenta suya, y de la que aún se derramará. Por ventura ¿cuál es el rey a quien usted sirve, y cuyas tropas son las que manda? Notorio es que nuestro adorado señor Don Femando Vl/ no existe en el día, y que fue vendido a la nación francesa por los indignos europeos, y que por último se ignora absolutamente de su paradero. Persona de aquel retoño no ha vuelto a optar la corona de España; y ojalá que estuviese en posesión aquel santo joven u otro legítimo sucesor, en cuya cierta evidencia, ingrato y desconocido sería en levantar la espada en defensa de la causa del día, sino que entregaría en el momento su gobierno como fiel vasallo de esta América. No hay más rey en el día que el capricho del europeo, de querer dominar con el disfraz de que ya está posesionado de su trono nuestro señor natural, mandar con esta capa como a esclavo, mantener en duras cadenas al infeliz humilde americano, exprimirle la sangre que le circula en sus venas, y por último arrancarle el corazón, así como usted va entregando a innumerables inocentes al

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