Memorias, diarios y crónicas

434 JUAN JOSE ALCON Lima? Dijo: Que se halla de comandante un tal Mendoza, porteño, un tal Mateo González, que tiene cien hombres de fusil, con cuatro o cinco piezas de cañón; y responde. Preguntado si sabían que éstos se hallaban derrotados, y quién fue el que mandó cortar el puente de Purimac. Dijo: Que sabían que a Mendoza lo derrota– ron los talaverinos, y por ello salieron al comando entre González y Mariano Angulo: que en cuanto a la segunda parte ignora. Esta dijo ser la verdad de lo que sabe, y es preguntado, en que se afirmó y ratificó bajo del juramento que ha prestado, que es de edad mayor de setenta y siete años, y lo firmó conmigo y testigos, de que certifico.- juan Nepomuceno Lira. - Mateo García Pumacahua.– Testigo Angel Felipe Hevia.- Testigo Ignacio Amor. NOTA Estando este diario bajo la prensa él 21 de diciembre, llegaron por extraor– dinario al excelentlsimo señor virrey las plausibles y gloriosas noticias del triunfo ganado por las armas del Rey contra los insurgentes de Buenos Aires en el camp; de Viluma, comunicadas por el excelentlsimo señor don joaq1dn de la Pezuela, comandante en jefe del ejército del Alto Perú, y que añadimos ahora, según se publicaron en la Gaceta del gobierno de Lima de 23 de diciembre de 1815. Núm. 9. (Oficio d el general joaqu{n de la Pezuela al virrey del Perú, marqués de la Con· cordia]. [Cuartel general en el campo de Viluma, 29 de noviembre de 1815] . Excelentísimo señor. Con fecha 11 del presente comuniqué a vuestra exce– lencia de mi cuartel general de Venta y Media que noticioso del repliegue que hizo el ejército enemigo del puente de Chayanta a Cochabamba, había determina· do d irigirme a buscarle por diverso camino del que emprendí y me precisó a suspender la formidable nevada que experimenté en la estancia de Bombo, al segundo día de mi marcha. Llegué en efecto sin notable novedad el 26 a los altos de Chacapaya, que son las últimas eminencias de la cordillera distantes como dos leguas del plan de este valle y d el punto en que Rondeau tenía su campamento. Est e corto descenso que h ice por la loma de Viluma costó tres días de fatigas, y de fuego continuo con que el enemigo procuró estorbármelo, oponiéndome la mayor parte de sus fuerzas de infantería, y caballería colocadas por partidas más o menos numerosas en las infinitas escabrosidades de sus faldeos; pero al fin todos los obstáculos quedaron superados el 28 por la admirable energía de estas incomparables tropas tan dignas del aprecio de vuestra excelencia y de la amorosa gratitud de su majestad. Aquellas tres penosas y brillantes jornadas fueron las precursoras de la para siempre memorable de este día, en que acaba de ser destruido el segundo ejército que durante mi mando han opuesto los rebeldes de Buenos Aires a las armas del Rey, y tan completamente, que me atreviera a afirmar que jamás presentarán otro en el Perú, si los traidores fuesen susceptibles de escarmiento, o la muche· dumbre no se compusiera de necios e incautos. La fuerza del orgulloso Rondeau consistía en más de seis mil hombres; su artillería la tenía ventajosamente coloca·

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