Memorias, diarios y crónicas

444 MANUEL PARDO Y RIVADENEIRA Pero esta agradable perspectiva ha sido efímera y de muy cor– ta duración, al momento que se instruyeron de la simultánea deter– minación de las provincias de la Península en la formación de jun– tas para repeler la agresión del tirano, d ieron a esta medida la más favorable acogida, y deseaban adoptarla con varios pretextos, desa– creditando a las au toridades legítimas, suponiéndolas con todos los vicios y defectos que les figuraba su acalorada imaginac10n, y a todos factores o agentes del tirano, derramando una desconfianza general sobre los mismos que por su ministerio se consagraban a consolidar la unión de los hermanos de ambos hemisferios. Así es que al poco tiempo de la llegada del Brigadier Goyene– che, como se supiese que había enviado a la corte del Brasil al Oficial de Marina don Eugenio Cortés, sin examinar el motivo de su misión supusieron en el Virreinato del Río de la Plata que era para entregar esta preciosa porción de los dominios españoles a la Carlo– ta Princesa del Brasil; vulgarizada esta opinión, miraban como a agentes de Goyeneche para esta empresa, y por consiguiente como a enemigos públicos a todos aquellos jefes con quienes por su mis– ma misión había contraído al paso relaciones de amistad, como lo han sido don Santiago Liniers encargado interiormente del Virrei– nato del Río de la Plata, don Francisco de Paula Saens Gobernador intendente de la Villa de Po tosí, y el teniente general don Ramón Pizarro Presidente de la Real Audiencia de Charcas. En este estado ocurrió el día veinte y cinco de mayo del año mil ochocientos nueve la escandalosa división de los o idores de Charcas con su presidente Pizarro, hasta el punto de ponerlo en arresto después de Ja funesta y estrepitosa escena que sucedió en la noche del citado día, con este ejemplo, en el mes de julio siguiente la ciudad de La Paz levantó el estandarte insurreccional, poniendo en lugar de las autoridades legítimas una junta llamada TUITIVA; y en setiemb re del mismo año de orden del Excelentísimo seilor don J osé Fernando de Abascal Virrey del Perú salió de Ja capital del Cuzco el Brigadier Goyeneche con una fuerza respetable para resta– blecer el orden en aquella ciudad y su provincia, lo que efectiva– mente consiguió estando en ella el veintiseis de octubre del propio año después de haber derrotado y dispersado la fuerza armada de aquellos facciosos. Buenos Aires capital de las provincias del Río de la Plata esta– ba tranquila espectadora de estas novedades; y muy satisfecha de sí misma en el conocimiento que había adquirido de sus propias fuer-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx