Memorias, diarios y crónicas

!'.IE!l!ORI \ somm LA HEVOI.UCION DE 1814 445 zas, en la gloriosa derrota y expulsión de los ingleses que la habían dominado en cuya época era muy fácil prevenir el trastorno políti· co que se ha experimentado en aquel Virreinato, remitiendo el Gobierno Español una fuerza armada con que pudiese contar la autoridad pública recogiendo con algún pretexto especioso las armas del poder de aquellos que hasta entonces habían hecho de ellas un laudable uso, pero que era muy fácil declinase en abuso, pues un pueblo que llega a conocer su fuerza y que no ve ninguna que pue· de oponerse está expuesto a ser el instrumento de la ambición de un faccioso que tenga el talento necesario para dar a sus ideas un colorido análogo a la opinión general. Efectivamente llenos de orgullo los jefes de los cuerpos arma· dos que había en aquella capital, sin subordinación ninguna al capi· tán general que lo era entonces el teniente general don Baltazar Cisneros, en últimos de mayo de mil ochocientos diez, formaron la resolución de deshacerse de las autoridades legítimas que goberna· ban aquellas provincias; al pretexto de evitar una traición, y conser· var ilesa a nuestro legítimo soberano aquella parte de sus dominios, formando una Junta Gubernativa, a semejanza de las que exigieron en la Península las críticas e imperiosas circunstancias de su tiempo. Con este desgraciado ejemplo, con la lectura de los papeles públicos que venían de la Península en que se encarecían el despo· tismo y la opresión que por el espacio de trescientos años habían sufrido los americanos, con la halagüeña perspectiva de la igualdad general a que elevan las Cortes a los habitantes de estos dominios y con la próxima esperanza de ver repartidos entre ellos los empleos públicos que miraban como robados por los europeos que al tiempo los ejercían, se ha ido alterando del todo la opinión política de esta América, siguiendo la de aquella capital todas sus Provincias, lo que también hubieran ejercitado las del Virreinato del Perú, si la fuerza armada que puso el Virrey de Lima en el punto Desaguadero que lo es divisorio de ambos virreinatos, no lo impidiese, por lo que los triunfos conseguidos por el Brigadier Goyeneche en las batallas de Guaqui, y de Jesús de ~1achaca, lejos de haber sido un motivo de celebridad y júbilo para esta provincia, lo han sido de luto como lo advertíamos todos los que tuvimos la desgracia de vivir en aquellos puntos, en aquella fatal época. A consecuencia de estas dos gloriosas acciones se han ido internando nuestras armas en las provincias del Río de la Plata, y alejándose de ésta, lo que hacía más altaneros e insubordinados a

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx