Memorias, diarios y crónicas

454 l\!ANUET. PARDO Y RIVADENEIRA ro a los dos días a Pumacahua, que fue ahorcado al paso por la villa de Sicuani. Noticiosa la ciudad del Cuzco de esta derrota se apoderó la confusión y la cobardía del llamado general José Angulo y de sus secuaces; y en el mismo orden se llenaron de espíritu y de confian– za los amantes del rey que hasta aquella fecha no podían dar un suspiro sin ser reputados por delincuentes; éstos aprovechándose de la oportunidad, sin acuerdo ninguno antecedente, al terminar la publicación de un bando, comenzaron a echar vivas al Rey con lo que se pusieron en tal desorden todos sus enemigos que fue muy fácil a los realistas apoderarse del cuartel y destronar aquellos bár– baros que se pusieron en fuga, aunque al día siguiente reunidos a las inmediaciones de la capital con dos cañones, y las pocas armas que pudieron llevar, pretendieron volver a entrar en ella, pero aque~ lla plebe les hizo una oposición tan decidida que los puso en una fuga vergonzosa habiendo logrado hacer prisioneros a los Angulo, José y Vicente, y a Gabriel Béjar; por lo que la división del general Ram írez no tropezó en el menor estorbo para entrar en la capital el día veinticinco de marzo en donde fueron pasados por las armas el día veintinueve. Mucho más se podía saber acerca de las juntas y tramas, que precedieron a esta funesta revolución y acerca de los que con sus consejos, y direcciones han guiado al rebelde en su execrable carrera, pero la precipitación con que han sido formadas las causas, y ejecutados los suplicios de su s ac tores, ha privado al gobierno de unos conocimientos muy interesantes por que es del todo inveros ímil que unos hombres tan ignorantes y groseros, sin relaciones, sin caudal y sin opinión, fuesen capaces de elevar sus ideas hasta el grado de aspirar a la subyugación del Virreinato del Perú . El famoso ejemplo que han dado los vicarios de los partidos, ha hecho que la pacificación no fuese ni tan general ni tan pronta como se debía esperar de la cumplida d errota y dispersión de Hu– machiri, pues reunidos varios grupos, bajo la dirección de los satéli– tes de los rebeldes, comenzaron a alborotar varios de sus distritos; y aunque la fal ta de armas, y d e disciplina no daba al general el menor cuidado en orden a sus progresos; los robos, y asesinatos que cometían en todos aquellos que se habían manifestado fieles y amantes al Rey llamó su atención, determinó despachar una división de doscientos hombres tinteños que después se ha engrosado más al mando del coronel don Francisco Gonzálcz natural de aquella pro-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx