Memorias, diarios y crónicas

l'\IE!\IORIA SOBRE LA REVOLUCION DE 1814 465 mismo; quise también que los mismos delincuentes soltasen la rien– da de su mordacidad, no sólo contra mí,. sino contra las autorida– des legítimas, y contra los pocos adheridos a sostener nuestra auto– ridad y afectos de nuestras personas. Todos hemos sufrido con casi punible resignación unos insultos que pasan de la raya de la consi– deración, solamente por jugar de diestro, y lograr la paz y tranquili– dad no por inacción, impericia, poco valor, ni porque seamos delin– cuentes de ningún crimen en que se haya ofendido a Dios, al Rey y a la Patria. La libertad mal en tendida por hombres que su escasa suerte en ningún tiempo podía afianzarles comodidad y mucho menos erigir– los sujetos capaces de obtener empleos públicos, por medio del bullicio, y de la alteración me ha causado los sinsabores, y Jo más sensible para mí el exponer a esta noble ciudad a perder el nombre de fiel y leal que ha adquirido con la sangre de sus propios hijos que aún en el día constantes se mantienen en el Alto Perú despre– ciando todos los asal tos de la adversidad. Como habiendo corrido en esta ciudad por el mes de setiem– bre del pasado año que había recibido Vuecencia la Constitución Nacional, se me informase que un Abogado nombrado don Rafael Arellano hablaba de que este pueblo se resentía contra Vuecencia porque no remitía dicha Constitución, sin advertir este inconsidera– do hombre, que no era posible que un día se imprimiesen los ejem– plares; estuve con más cuidado, reparando su proceder, pues dolía– me mucho que en lo menor se criticase el proceder de Vuecencia. El nueve de diciembre llegó el correo con que Vuecencia remitió los ejemplares de dicha Constitución; mas yo desde el día tomé las providencias correspondientes para poner en ejecución dicha Consti– tución, trabajando como me fue posible, según evidencia lo actua– do; pero aquel Abogado mal intencionado que no despreciaba los ápices de su mala maquinación formó un escrito (que podía por sí solo presentarlo); pero por mover ánimos hizo firmar con más de treintaisiete individuos, según se reconoce a fojas cuatro de los autos que originalmente remito, sin leerlos su contexto aparentando otro concepto distinto del que encierra en sí, como se instruirá Vuecencia de los escritos de retractación que me presentaron algu– nos de los engañados, que se encuentran en dichos autos, desde fojas diez hasta fojas catorce siendo de notar que estos individuos firmantes en el escrito, y su principal autor, aunque mandé publicar un bando para que todos los vecinos votantes y habitantes en la

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