Memorias, diarios y crónicas

502 CUI LLER110 DROWN Andes, con cartas a los diferentes gobernadores anunciando la llega– da de los buques de Buenos Aires, sus operaciones contra el enemi– go y pidiendo provisiones, etcétera. Se levantó en tierra una batería de seis cañones por vía de defensa para el caso en que durante la ausencia de esa misión se apareciera la escuadra española que había salido de Lima en busca de la republicana. Una vez lista la bater ía, se empezó la compostura del Halcón; pero al descubrirle la quilla se volcó desgraciadamente, pues era buque d e construcción francesa muy aguda, se fue a pique y se le abandonó . A las seis semanas de ansiosa expectación desde la partida del doctor Ilandford, conductor de los despachos, se recibieron noticias de que una fiebre le había d etenido en el camino; y como la rápi– da marcha del ejército de Morillo hacía probable que en pocos días se apoderara de aquella parte del país, el comodoro Brown com– prendió que debía perde rse toda esperanza de socorro, y que el riesgo de pasar hambre en el mar era preferible al de caer en ma– nos de tan cruel enemigo. De consiguiente se procuraron algunas gallinas y bolsas de maíz, y después de pagar en dinero su parte de presa a todos los tripulantes que prefirieron quedarse en tierra a seguir en el buque con ración escas ísima, la Hércules salió de San Buenaventura a principios de junio, y arribó al cabo de 12 días a Abbington, una de las Galápagos, donde un suplemento de setenta tortugas terrestres, que pesaban aproximadamente 150 libras cada una, aumentó considerablemente las mezquinas provisiones y fue el medio principal de conservar sus vidas. Después de aligerar lo más posible a la Jlércules arrojando al agua muchas cosas, en vista de que el barco hacía mucha agua, no obstante trabajar dos bombas casi sin cesar, salieron el 20 de junio, confiando en la providencia para llegar a Buenos Aires a pesar de la escasez de provisiones. La ración diaria se componía de una galleta, medio gill de arroz (un puñado), un gil! de maíz, media libra ele tortuga o carne salada y media pinta de ron; dieta que con el tra– bajo del buque y el duro bombear era apenas lo suficiente para sos– tener la vida. Intentaron tocar en la isla de Pascua; pero llegando a su vista de rroche y arreciando el viento, no pudieron d esembarcar. Siguieron entonces para el Cabo, al que doblaron sin otra novedad que la de haber escapado arañando de embestir, de noche y a seis nudos, un gran témpano, y la de haber corrido mucho riesgo de incendio al volcarse un botiquín que contenía algunas botellas de

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