Memorias, diarios y crónicas

NO'l ICI.\ SOBRE SU VIO.\ Y SERVICIOS 5.09 regimiento que ya se hallaba formado en la línea, todos nuestros compañeros vinieron a felicitarnos y abrazarnos, por haber salvado con tanta gloria. Las emociones que mis compañeros, como yo experimentamos en este día, tanto por los abrazos de nuestros jefes como de nues– tros compañeros y soldados del regimiento que nos vitoreaban, no las he sentido después, en toda mi carrera militar. No hay duda. La salvación de esta compañía, se debió exclusivamente, al valor y serenidad a prueba, en los peligros, del capitán Domínguez. Luego que nos incorporamos al regimiento, el ejército real campó [sic ) en tres columnas en masa, como a distancia de diez cuadras de nosotros, y se pusieron a comer. El ejército nuestro que estaba formado en línea sobre una coli– na que tendría treinta pies de elevación sobre la superficie del te– rreno que había campado el ejército de los godos, nos daba la ventaja de estar en una posición superior a la de los enemigos: así que el general mandó la orden de armar pabellones, y que la tropa se pusiese a comer. De este modo terminó el día 28, esperando el 29 que por tantos motivos nos iba a ser tan funesto, particular– men te para mí. El 29 amaneció y encontró a los dos ejércitos en las posicio– nes que éstos ocupaban. En el intervalo de tiempo que medió, des– de las 5 hasta las 10 de la mañana, no hubo nada de particular. A las diez del día, se principió a mover el ejército realista en cuadro; el que hizo un movimiento de flanco sobre la izquierda, con el objeto de flanquear nuestra línea; la que se hallaba formada del modo siguiente: el No . 10 al mando de su coronel Carlos Fo– rest ocupaba la derecha. El No. 9 apoyaba su derecha sobre la izquierda del No. 1, el 12 seguía al No. 9 y el No. 7 formaba a la izquierda de la línea, quedando el No. 6 de cuerpo de reserva, los granaderos a caballo y dragones del Perú (porque ésta era la deno– minación de este regimiento), se hallaban sobre los flancos de esta línea. Cuando los realistas principiaron su movimiento sobre su iz– quierda, y nuestra derecha, el general en jefe mandó al capitán Peralta de artillería, con los dos obuses que tenía, que bajara de la colina en donde se hallaba y dirigiese sus fuegos sobre el cuadro de los enemigos; el cual cumplió la orden, y rompió sus fuegos con tanto acierto sobre el cuadro, que veíamos los estragos que nuestras granadas hacían sobre éste. Entonces, el general realista Pezucla,

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