Memorias, diarios y crónicas

i\OI ICI.\ SOBRI SU \ID.\ Y SERVICIOS 513 Del regimiento No. 7 sólo cayó prisionero el cap1tan Juan Vicente Walder, natural de los Estados Unidos. Del No. 6 cayeron el capi– tán Taboada de la compañía de granaderos del primer batallón y los tenientes Caraballo, Enrique Cabezas y un alférez que no recuer– do su nombre. Del No . 1 sólo cayó el alférez J osé Salinas. Del No. 12 ninguno. Del batallón de cazadores del ejército fue hecho prisio– nero el capitán J osé Félix r-Iaría Gómez, j oven valiente y de artille– ría; el capitán Benito Peralta y el teniente Eulogio Ilerrera. De tro· pa habría el número aproximado de 800 a 900 hombres. Toda nuestra artillería y parque quedó en poder del ejército realista. Luego que nos hallamos reunidos todos los que tuvimos la des– gracia de caer prisioneros; se presentó el general en jefe de los rea– listas y después de habernos llenado de denuestos e improperios, ordenó nos llevasen a la capilla del pueblo. Efectivamente, en el momento nos llevaron para el pueblo; y lo que llegamos a la plaza, nos separaron de la tropa y nos metieron en un cuartito o capillita que hay en los pueblos de indios, para la celebración de la proce– sión del Corpus Christi. En este pequeño recinto nos metieron a 22 oficiales, en donde no cabían arriba de 16 personas con mucha incomodidad. Nuestros compañeros fu eron tan bondadosos, que nos dieron lo que se llamaba el altar, para que en él se colocasen los heridos. En este lugar estuvimos tres días, sin que hubiese venido un solo médico a curarnos de nuestras heridas, pero ni menos a darnos ali– mentos de ninguna clase. Al segundo día de estar prisioneros, se llevaron al capitán Ra– fael Pérez para fusilarlo, por ser español; pues decían que sólo los españoles tenían barba poblada como él, pues que ningún america– no podía tener tanta barba. Juzguen, iqué bárbaros o estúpidos serían estos hombres, cuando decían que era preciso fuese uno español para tener tanta barba! En fin, la casualidad de haber pa– sado por la puerta de la capilla un oriental que estaba entre las filas de los realistas, le preguntó a Pérez qué hacía en aquel lugar; éste le contestó que lo iban a fusilar por ser español. El oriental, que era un jefe de caballería, pasó al alojamiento del general Pezue– la y le d ijo que el insurgente que estaba en capilla por ser español, era hijo del mismo pueblo de donde él era nativo y que si éste era el único motivo para decapitarlo, era una muerte injusta. El general Pezuela di o la orden para que lo condujesen al depósito; y este

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