Memorias, diarios y crónicas

538 J UAN ISIDRO QUESADA debe ser muy desgraciado o muy feliz; así es, que no queremos ma– nifestarte nuestro parecer, hasta no saber cuál es tu modo de pen– sar y cuáles tus deseos". Yo les expresé mi opinión, diciéndoles las proposiciones ventajosas que me hacía la señora Juana, a las que no había querido dar respuesta, hasta que no hablase con mis compa– ñeros; y que estaba m ás resuelto a seguir mi destino de prisionero, que a quedarme en Moquegua; y que a más, esperaba que ellos me dijesen lo que debía hacer en tal situación. "Muy bien, me contes– taron todos; pero nos pones en un conflicto para poder opinar, porque no que riendo que seas un desgraciado por nuestros consejos, casi estamos resueltos a no darte nuestro parecer, y dejar que tú elijas el partido que más te convenga en la actualidad". Viendo yo que no conseguía una respuesta que pudiese sacarme de la incerti– dumbre en que me dejaban fluctuar, sin indicarme el camino buen9 o malo que debía seguir, me dirigí al capitán Rafael Pérez y le dije: "¿Qué consejo me da usted y cuál es su opinión a este respecto? " "Voy a abrirte mi corazón, con toda la ternura de un padre, res– pondióme; no quiero decir por esto , que tú debas seguir estos con– sejos; pues si no te convienen , puedes adoptar los que te proporcio– nen un medio más seguro para regresar a la patria lo más pronto que te sea posible; pero nunca te acon sejaré que te qu.:!des entre los godos. Oyeme con atención. No dudo por un momento, que las proposiciones que te hace ia señora Juana, tengan otro objeto que hacer tu felicidad, y no dudo tampoco que ésta se lleve a cabo; pero sí dudo, aunque esta familia sea patriota, por mil eventos que hay en la vida humana, por compromisos o por otros medios te preparen un camino diferente del que tú debes seguir, tanto porque toda tu familia está muy comprometida en nuestra justa causa, cuanto porque tú podrías echar una mancha sobre ésta, por tus pocos años y porque no tienes a tu lado una persona que dirija tus acciones por el sendero de la virtud y la honradez. No quiero decir por esto, que esta señora no pusiese los medios para ello. Pero dime, ¿crees tú que cuando llegues a la edad que está próxima, en que se desarrollan las pasiones, esta señora tendrá el suficiente do– minio sobre tu corazón para d irigirte en la nueva vida a que tú vas a entrar; y tú la suficiente calma para oir los consejos de esta seño– ra, en medio del torbellino de las pasiones que van a asaltar tu co– razón de mil modos diferentes? iNo, Isidro! Tu carácter es muy fogoso y arrogante; y acostumbrado a una vida independiente desde tu niñez, tal vez no te podrás suje tar a una débil mujer, que no

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx