Memorias, diarios y crónicas

ANOTACIONES A LA HISTORIA DEL PERU INDEPENDIENTE 79 serán los que decidan cuándo y cómo se nos dará la libertad? ¿Quién será el que la medirá, como los mercaderes miden sus varas de género? Conocieron los peruanos que San Martín y sus conseje– ros querían que el ejército español subsistiese, porque era conve– niente para que fuese su preservativo contra el influjo de antipatías locales; y como esas antipatías no podían ser desarraigadas en meses, y para conseguirlo se necesitaban años: años era necesario que los ejércitos del enemigo existiesen, años que durase la guerra y con ella todos los males que son consiguientes. Creyóse entonces, que era un plan prorrogar la guerra y esta creencia se hizo casi general, cuando aconteció lo que paso a referir y lo que fue una confirmación de lo que se temía. El 2 de setiembre de 1821, supo el gobierno que bajaban los españoles con sus fuerzas al mando del General Canterac, y el General San Martín quiso dar en el teatro la noticia e indicar lo que se temía de los enemigos y lo que se esperaba de los peruanos. El modo como esto se verificó fue imponente, conmovedor, Y ahora mismo, al recordarlo, un fluido eléctrico corre por mis venas, y me sie11to capaz de empuñar en mis débiles y flacas manos el fusil del guerrero. Lleno estaba el patio cuando se presentó en el palco el General; se paró delante de la baranda, hizo una cortesía e indicó con la mano que exigía silencio y que quería hablar. Cuando en los primeros días se presentaba San Martín en el teatro, los aplausos eran grandes, los gritos y vivas al Perú, a los guerreros libertadores y a la propia libertad, fuertes, enérgicos y generales, pues nacían del corazón. Cuando vieron que el General asumía el mando sin consultar a la nación, el espíritu público sufrió, los gritos desaparecieron y no se oyeron, y al ver el público la actitud del General escuchó lo que se le quería decir. Tomó la palabra Y en una corta alocución anunció, que los enemigos bajaban de la Sierra y que acometían; que él se retiraba para prevenirse y tomar medidas contra la agresión; concluida su arenga se retiró. El pueblo entonces mandó que la orquesta tocase la marcha nacional, subieron muchos al proscenio, cantaron el himno patriótico, y terminado éste, se pronunciaron discursos que concluyeron exigiendo de los presentes el juramento de morir antes que rendirse, antes que sufrir el feroz despotismo de los conquistadores y pintando con los más vivos colores la libertad y sus frutos. El pueblo respondía con el solemne juramento de antes morir que ser esclavos. Concluidos estos preliminares propuso uno salir con la música para anunciar a

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