Memorias, diarios y crónicas

ANOTACIONES A LA HISTORIA DEL PERU 1 DEPENDIENTE 87 rias, con sus planes de monarquía, con el a taque a los patriotas, con su ridícula y tenaz op osición a la voluntad nacional estaba perdido ante la opinió n; se había creado una fuerte oposición, sorda pero segura; los enemigos interiores levantaban Ja cabeza; y si sólo la opinión le hizo vencer los obstáculos, desde que ella lo favorecía, nada podía ya hacer en pro de la América. Pero si fue precipitada e inesperada la convocatoria al Congreso, lo fue sin la meditación necesaria; lo que acredita que hubo para ello una causa grave, pues ni siquiera se sancionó el decreto de elecciones. iConvo– car a los ciudadanos para que nombren sus representantes y no darles la reglas para que elijan, ni señalarles el día de Jos comicios, ni nada relativo a ese augusto acto! Pareció el decreto a los que se interesaban por la suerte del país, una superchería, y no faltó quien creyese que era un ardid y nada más. El decreto fue autorizado por D. Bernardo Monteagudo, el más opuesto a todo Jo que era repre– sentación nacional, el que escribía EL Pacificador del Perú, el que no quería que terminase la guerra de la Independencia. Ordenábase en ese decreto, que se formara una comisión de siete individuos, a saber: de dos miembros de la Cámara de Justicia, elegidos por ella, de dos municipales nombrados de igual modo, de un eclesiástico nombrado por el gobernador del arzobispado, y de dos ciudadanos nombrados por el gobierno. ¿A quién puede ocultarse que los siete serían nombrados por el mismo Monteagudo? La alta cámara de justicia estaba compuesta de siete vocales y un fiscal. De los prime– ros, tres eran españoles, los SS. Valle, Osma y Palomeque Y cuatro americanos los SS. López Aldana, colombiano, Saravia, excelente ar– gentino, Moreno y Escandón, de Colombia, antiguo oidor, Y D. J osé Arris, limeño. El fiscal era D. Mariano Alejo Alvarez. Los elegidos por esta corporación no serían otros que Jos que quisiese el ministro Monteagudo. La municipalidad contaba en su seno patriotas, pero había miembros que no lo eran; los ciudadanos que para la comi– sión nombrase esta corporación, tendrían que ser los que quisiese el ministro. A pesar de todo, hubo en esa comisión hombres de va– ler Y patriotismo. Nombrada ésta, empezó sus trabajos y la primera noticia que de ellos se tuvo la dio Ja Gaceta del Gobierno, (Tomo II, No. 17], del 27 de febrero de 822 en la que fue publicada una parte de la nota que se pasó al ministerio y en que se hacían observaciones sobre las dificultades que se encontraban, para que el Congreso General Constituyente se reuniese tan pronto como lo anhelaba el gobierno, es decir el l º de mayo. ¿y por qué el

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