Memorias, diarios y crónicas

90 FRANCI SCO JAVIER Jl.IARl.\TEGUI ANOTACION XVI Capitulación de los castillos.- General La Mar. (8) Obligado en la relación anterior a recorrer todo lo relativo a la instalación del Congreso, tuve que contraerme a acontecimientos posteriores a los de que el autor trató en su cap ítulo XII. Ahora vuelvo atrás y sigo los pasos del autor en su historia. En el decimotercio capítulo refiere el Sr. Paz Soldán la bajada de Cante· rae de la sierra a este valle y la marcha que siguió y el entusiasmo de la población de esta capital, entusiasmo muy superio r a cuanta descripción se ha hecho de él. Basta decir que hasta el bello sexo tomó parte en él, que exhortaba a los vecinos para que se armasen y defendiesen, que peroraba a los grupos, que muchas mujeres de la plebe se hicieron guerreras y que las que carecían de armas, con sus débiles manos, empuñaban el cuchillo o la tijera; que los religiosos salieron de sus conventos con cruces y armados, y que ningún ciudadano dejó de estar en su puesto. Si el ejército estuvo fuera de las portadas y en el campo, las murallas estuvieron cubier– tas de guerreros improvisados, armados de lanzas y picas que se proporcionaron. Ilallábame en palacio y el portero del ministerio me avisó que estallaba una revolución. Aún no había acabado de hablarme y yo 8. No ha faltado escritor español que se haya atrevido a imputarle una acción vergonzosa y criminal, y este escritor es el bien conocido maldiciente García Camba, quien se atreve a sostener que el inmaculado General La i\lar capituló en los castillos y se unió a los patriotas, porque abusó de cantidad de miles que La Serna le diera al dejarlo en las fortalezas del Callao. iCalumnia infame! iMentira atroz! Lo dejaron los españoles en el Callao, porque era el cabo de armas como Inspector General, y las fortalezas debían estar bajo sus órdenes, y lo hicieron muy a pesar de los que se retiraban, porque su plan era dejarlo como dejaron al General Vivero. El dinero no podía entrar en poder de La Mar; lo debió recibir el Comisario de Guerra, y éste habría hecho los pagos por las listas de re,•ista, sin que en el manejo de los caudales tuviese nadie ingerencia sino el que hacía de cajero y pagador como lo era el Comisario. Y si La i\lar recibió plata, ¿por qué no se la retiró el General Canterac cuando bajó de la sierra en 1820, y se retiró s.ibicndo que los castillos debían ser entregados? , y ¿por qué cuando tomaron < artas n.ida dijeron los españoles en el Cuzco, y nada Rico, su escritor, que no perdonó nunca a los patriotas? ¿Dónde está sentada la partida en los libros de tesorería, que se encuentran en el Tribunal de Cuentas? Es el colmo de la mald,1cl imputar tan feo crimen a un hombre de conducta tan acrisolada..

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