Memorias, diarios y crónicas

ANOTACIO 'ES A LA HISTORIA DEL PERU INDEPENDIENTE 97 de antagonistas. Debió examinar las imputaciones y las defensas y formar criterio. Debe el autor reconocer que el Lord prestó servicios a la América, que su decisión y perseverancia en perseguir a la "Prueba" y "Venganza", fuertes fragatas españolas, y a la corbeta "Alejan– dra", que huían de la tricolor chilena que ondeaba en los buques que mandaba el judío inglés, como lo llamaban los enemigos, fueron la causa de que estos buques no viéndose seguros en ningún puerto, ni caleta, se asilasen en Guayaquil y se entregasen, mejor diré, se vendiesen, en las aguas del río de Guayaquil a D. Francisco Salazar, Ministro peruano en esa ciudad cerca del Gobierno indepen– diente entonces constituído. Yo no apruebo la conducta que entonces tuvo el Lord, no estoy satisfecho de los pasos que dio para apropiarse de tres embarcaciones enemigas; opino que no tenía derecho para reclamar– las. No las tomó en combate, no las encontró en alta mar, se hallaban en puerto neutral y no con bandera española, sino de una nación amiga de Chile. ¿Qué tenía, pues, que alegar para aprop iarse los buques? Nada racional, nada fundado en derecho; lo que alegaba era sólo especioso pero no convincente, fuerte en sofismas pero no en razones. La suerte no favoreció al Almirante, sus persecuciones a las naves españolas no le aprovecharon; la suerte estuvo por el Perú, la persecución de unas y la fuga de otras aprovecharon a un tercero que compró y a los corredores que vendieron . Debió Lord Cochrane ser más circunspecto, más medido, menos violento. Pero cuando lo imagino fuertemente impresionado, con la idea de que sin él, sin su constancia, sin su táctica en buscar a los enemigos, los comandantes españoles no hubieran podido especular con las naves de su nación, vendiéndolas a los peruanos, ni éstos aprovechar de su venta, yo considero y contemplo al Almirante, lo disculpo. ANOTACION X IX Decreto sobre secuestros. - Los españoles encerrados en el convento de la Merced. Estos carecen de noticias de la capital. Predica– ciones. Después de una ligera reseña que nos hace el autor de las medidas gubernativas de San Martín, leemos al final del capítulo

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