Memorias, diarios y crónicas

98 FRANCISCO J AVIER MARIATEGUI XVI estas cláusulas: "San Martín y Monteagudo, esas dos colosales figuras, que serán más grandes mientras más se les examine y mayor sea el tiempo que los separe de nosotros, comprendieron muy bien que debían cerrar los ojos a la compasión o deb ilidad. Era preciso y necesario confiscar los bienes a los enemigos, perse– guirlos, desterrarlos, quitarles todo recurso e imponerles terror; dolorosa era Ja situación, pero imprescindible; u obraban así, o se perdía la santa causa que abrazaron ; por esto se decretó, pues, que los españoles que juraran la independencia y permanecieran tranqui– los respetando al nuevo Gobierno y leyes, serían amparados en sus personas y bienes, o se les daría un (B) pasaporte para que saliesen del país con sus bienes; pero que los que permanecieran trabajando contra el orden nuevamente establecido, experimentarían todo el rigor de la ley y perderían sus propiedades". (9) Este preámbulo del autor es para defender después las medidas tomadas contra los españoles y los muy pocos peruanos que los seguían. Pero el autor, que desconocía las verdaderas razones que impulsaron a San Martín a dictar tan fuertes medidas, no quiso investigar cuales fueron los motivos que compelier on al Gobierno a obrar como obró y a adoptar las medidas que adoptó; medidas que si no llevan en sí una recomendación, fueron necesarias y saludables. Yo las indicaré. San Martín se hallaba en Huaura, su ejército recibía aumentos que reemplazaban con exceso las bajas que habían producido las enfermedades; crecía en fuerzas y en entusiasmo, y los españoles temían un mal resultado de las campiñas, en que se veían rodeados de montoneros, careciendo de toda clase de comestibles y con una población desafecta, contraria y entusiasmada por sacudir el yugo que la oprimía y por el triunfo de Ja causa de la independencia Y la libertad. Los españoles por esto pusieron precio a las cabezas de San Martín y de los jefes en una acta que muy en secreto extendieron, y esa medida que tenía su origen en el abatimiento en que se hallaban, en la rabia y furor que les producía el convenci– miento de que debían perder la América, tuvo un principio de ( (B) En el texto de Mariano Felipe Paz Soldán (op. cit., pág. 201), se dice: "su pasaporte".] 9. En muy diferente sentido se explica después y esto es muy distinto de lo que escribe al ocuparse de la comisió n de vigilancia. Después me contraeré a todo lo relativo a esta comisión.

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