Memorias, diarios y crónicas
138 FRANCISCO JAVIER MARIATEGUI s10n, llamando a los que la compusieron "verdugos disfrazados". Para aplicar ese dictado debió examinar lo que esos jueces hicieron, y esto es lo que no ha hecho. Continúa el autor: "Este Tribunal confiscó los bienes de unos porque se probó que tenían en el interior de la casa una p istola, aunque fuese vieja e inservible ; desterró a otros y mandó ejecutar algunos". iCuánto desatino! icuánta falsedad! , icuánta injuria gratuita y cuánto crimen atribuido sin fundamento! La Comisión no confiscó ni un aifiler, y la prueba está en los archivos. Hubo un juez de secues– tros, un depositario que guardaba lo secuestrado y cobraba los res– tos de los inmuebles y daba cuenta de todo. En las oficinas de hacienda existen esas cuentas y a ellas debe recurrir el autor si quiere ser justo e imparcial. La Comisión a nadie desterró y me refiero a los Ministerios y a la Corte, en donde debe haber constan– cia. A ninguno mandó ejecutar. Miente el que diga lo contrario. El autor de estas notas ofrece mil soles al que demuestre que la comi– sión secuestró un real, desterró a algún español o lo mandó ejecu– tar, y está pronto a depositar esta suma en el Banco que se desig– ne, para que sea entregada en el momento en que se muestre un solo documento, una sola prueba que desmienta esta aserción. El menor aviso de que se presentará el documento será bastante para que el depósito se verifique. Continúa Paz So ldán: "Tantas lágrimas y sangre debían caer sobre la cabeza del autor... Torre Tagle y .\1onteagudo". Como Torre Tagle y Monteagudo son dos personas con una cabeza cada una, debió decir sobre las cabezas de los auto– res del decreto. Parece que escribió el autor tan de ligero que no tuvo tiempo para investigar lo que relataba, pero ni au n para co– rregir su estilo. ANOTACION XXVIII. Plan de sublevación de los espaiioles en todo el interior. - ¿Cómo se descubrió? - Combates de Otuzco. - Derro ta de Ricafort y de Rodil en lluampaní. He referido que ninguno de los españoles que rodeaba a Pezue– la, ni de las personas a quienes él descubría sus p lanes o porque eran de su confianza o porque por su oficio debían saberlos, le faltó, ni descubrió lo que era secreto, y también tengo relatado el modo como los patriotas sabían las órdenes que se daban. Ahora
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