Memorias, diarios y crónicas

MEMORIAS, DIARIOS Y CRONICAS XV que lo llevó a escribir buen número de trabajos sobre la independen– cia americana en general, y en particular sobre la del Perú, al extremo que el clásico bibliógrafo sanmartiniano, Carlos l. Salas, lo reconoce como "el cronista del Ejército de los Andes". Sus relatos son coherentes y gratos de leer. Si bien es cierto que su primer trabajo de esta índole sólo fue publicado cuando tenía se– senta años, también debemos recordar lo que él mismo nos dice, esto es, que fue muy cuidadoso en guardar documentos sobre las campa– ñas en que tomó parte. Espejo debió de disfrutar de excelente salud, pues murió en Buenos Aires en 1889, a la avanzada edad de 87 años. Solo enumeraremos algunas de sus obras: Reflexiones sobre el asesinato de Monteagudo (1861 ); Un episodio de la batalla de Maipo (1863); La sublevación de la guarnición del Callao en 1824 (1865); Entrevista de San Martín y Bolívar en Guayaquil (1873); Reflexiones sobre las causas que mot ivaron el mal éxito de la expedición a Puer– tos Intermedios, mandada por el general Rudecindo Alvarado {1863); Rasgos biográficos del coronel Juan Pascual Pringles (1888) y El paso de los Andes (1882). Además de escribir importantes trabajos, Espejo movió a sus amigos a escribir relatos históri"cos. Tal el caso del coronel ] osé Se– gundo Roca, quien gracias a la insistencia de Espejo, nos dejó la rela– ción más palpitante que conocemos sobre la primera campaña de Al– varez de Arenales a la sierra del Perú en 1820. Publicamos el único diario que se conoce de la primera expedi– ción naval de l ord Cochrane, bajo el tít ulo de Diario general de los acontecimientos más notables de la escuadra nacional de Chile desde la noche del 14 de enero de 1819 en que zarpó de Valparaíso, que fu e escrito por el secretario de dicha escuadra, don Antonio Alvarez j ont o j onte. Importante documento que prueba el afecto con que fue recibido Cochrane por los patriotas peruanos. Finalmente presentamos cinco diarios de los cuales si bien cua– tro son breves, no por eso dejan de aportar preciosas informaciones sobre la Expedición Libertadora. Dos de ellos son anónimos, pero aparecieron publicados en las gacet as oficiales de Chile y Buenos Aires. Debe considerárseles, por lo tanto, como documentos semiofi– ciales. Ambos se complementan, pues el que va en el octavo lugar y con el título de Diario militar de las operaciones del Ejército Liberta– dor, corre del 18 de agosto al 9 de octubre de 1820, y el décimo,

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