Memorias, diarios y crónicas

Tan grande y tan importante ha sido la independencia y libertad del nuevo mundo, que la época de su emancipación ocupa– rá un lugar preferente en los fastos de la historia, y los resultados benéficos de su influencia se transmitirán como el don más precioso a las generaciones venideras. Los hechos gloriosos de los héroes que coronaron la obra de su patria con palmas y laureles de la victoria, serán venerados con profundo respeto por los siglos que les suce– dan. Su memoria a más de fijar la gratitud y la admiración de la posteridad, será tan eterna como la existencia de la misma América. El ejército de los Andes (1) fue llamado por el hado feliz a fijar para siempre el destino glorioso del pueblo argentino. El juró al pie de esas elevadas montañas, a presencia del Ser eterno, y de todos los hombres libres del u niverso que la espada que apoyaban sobre su corazón, no volvería a ser envainada mientras existiera un solo tirano en América. El dominio español fue proscripto por tan enérgica resolución y el suceso quedó encomendado a la suerte de las armas, al patriotismo y al valor. Desde ese bélico y majestuoso momento ya esas bravas legio– nes de esforzados guerreros emprendieron sus marchas (2) por las estériles y escarpadas cumbres de los Andes. Pisando las heladas (1) Tomó este nombre por haberse organizado al pie de esas cordilleras en la ciudad de Mendoza, capital de Cuyo. Allí se reunieron las tropas que fueron de Buenos Aires y de otras provincias. (2) Este día memorable fue el 19 de enero de 1817.

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