Memorias, diarios y crónicas

CAMPAÑAS DEL EJERCITO DE LOS ANDES 171 costa por arenales inmensos, debilitados del hambre y la sed hasta llegar a Pisco desde cuyo punto volvieron a reembarcarse en el puerto. Regresaron luego al Callao donde se les señaló por cantón las fortalezas. Se unieron allí a las tropas del Perú y Colombia que estaban de guarnición. Los desastres de la campaña los habían reducido a la desnudez y a la miseria. Los oficiales a la par de los soldados descalzos sufrían las mismas privaciones. El país era presidido por el desorden; las facciones y la guerra Civil habían atacado al congreso. El peruano Torre Tagle a la cabeza del gobierno traicionó su patria; vendió su suelo a los españoles; se pasó a ellos... ! ! Los sargentos y soldados se revolucionaron en el Callao, arrestaron a sus jefes y oficiales y gritaron por sus pagas. Los enemigos se acercaron a los muros, los revolucionarios fueron reducidos y entregaron los castillos. El libertador de Colombia con sm tropas se hallaba en esa ocasión de auxiliar en Lima. Tomó a su cargo la defensa del país y el exterminio de los españoles: fue nombrado dictador; reorganizó el ejército del Perú y de Colombia: a éstos se agregaron los escuadrones de caballería argentina y algunos soldados, oficiales y jefes sueltos que habían quedado del bravo ejército de los Andes. Se libró otra nueva campaña gloriosa y decisiva. Se dio en Junín un terrible choque (1). Allí fue derrotada y acuchillada la caballería del ejército real; los escuadrones de grana– deros argentinos unidos a los colombianos dieron las últimas prue– bas de su valor. Las masas de infantería siguieron por las cumbres de los Andes para estrellarse con todo el poder de los españoles reunidos en Aya– cucho. Esta fue la última y la más asombrosa batalla que coronó Ja independencia de América. Las armas libertadoras eran en menor número; pero les sobraba coraje. Desplegaron con un fuego destructor; calaron la bayoneta en avance; y el campo quedó cubierto de cadáveres. Los españoles huyeron a las alturas; imploraron perdón; capitularon y se rindieron dejando libre todo el Perú y el continente americano. Las últimas reliquias del ejército de los Andes concluyeron gloriosas, incorporadas en las filas de los heroicos colombianos (1) El 6 de agosto de 1824.

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