Memorias, diarios y crónicas

ANOTACIONES A LA HISTORIA DEL PERU INDEPENDIENTE ANOTACJON III, Errores sobre las cantidades tomadas por l ord Cochrane y sobre los enviados por San Martín. 9 En la página 39 refiere Paz Soldán que Lord Cochrane en su primera expedición tomó setenta mil pesos, que los españoles remi– tían para embarcar en Huanchaco, y sesenta mil que tomaron en el puerto de Huarmey, pertenecientes también a enemigos, y que estas ricas presas se debieron a los avisos que le daban los patriotas de Lima por conducto de los vecinos de Huacho, según lo confiesa Cochrane. Nada supimos los patriotas de Lima de las remesas de plata tomadas. Eran secretas, los españoles guardaban sobre ello el mayor sigilo, lo mismo que sobre sus otras operaciones mercantiles. Dudamos por esto que los avisos fueran de Lima, y nos inclinamos a creer que las noticias fuesen dadas por los vecinos del último puerto, quienes tuvieron facilidad de imponerse de las remesas por los arrieros que las condujeron. Pero sin embargo se le toma la palabra: fueron de Lima. Indicaremos después lo que deducimos de esta aserción. En la misma página sostiene: que la primera expedición de Cochrane tuvo por objeto ponerse en contacto con los patriotas. Pero poseedor el señor don Mariano de correspondencias interesan– tes, debe saber que los patriotas peruanos estuvieron en comunica– ción con los de Chile desde que se obtuvo el triunfo de Chacabuco y fueron los enemigos encerrados en Talcahuano. En la página 44 refiere el autor de la historia, que San Martín desde Buenos Aires enviaba al Perú emisarios que se distinguieron por su actividad y celo, y entre ellos don José Paredes y el norteamericano don Pablo J eremías. Verdad que estos fueron hombres que se ofrecieron en sacrifi– cio a la santa causa de la independencia americana, pero no es cierto que vinieron de Buenos Aires; se embarcaron en los puertos de Chile, y ambos prestaron servicios. El primero fue limeño, oficial del ejército real y que tomó servicio entre los patriotas, porque patrióticos eran sus sentimientos. Vive su esposa, la señora doña Carmen Noriega, patriota insigne y que tantos servicios prestó en los años de 20 y 21; habiendo sido muchos los americanos que salvó del furor español, entre otros su propio esposo. Denunciada la existencia de éste en una casa del Cercado, tuvo noticia de que Jo debían prender y sola lo sacó de la casa en que estaba y lo ocultó

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