Memorias, diarios y crónicas

ANOTACIONES A LA HISTORIA DEL PERU INDEPENDIENTE 19 con una comisión de vender efectos, que por influjo de su protec– tor se le permitió introducir. De Caracas no sabemos que existiese uno solo en esta capital, si exceptuamos los soldados y oficiales de "Numancia". o hubo pues nada de cierto en las falsedades y diatribas de López Aldana contra los limeños. Los limeños que trabajaron y que sirvieron mucho, hacían los gastos de su bolsillo; daban hasta su ropa a los que dejaban las filas y escapaban con lo encapillado. Riva Agüero permaneció en su puesto y tuvo que ocultarse y que fugar, ya casi a tiempo de que los españoles abandonaban la capital. Los carolinos se sostuvieron en el suyo hasta que la ciudad fue abandonada por los españoles y los reemplazaron los del Ejército Libertador. ¿Por qué no investigó nada de esto el autor de la historia? ¿Por qué no trató de saber lo que había de positivo sobre las aseveraciones de López Aldana? Entonces habría descu– bierto la verdad, y sabido y comunicado los sacrificios que hicieron hasta las limeñas, porque el bello y delicado sexo fue tan patriota, tan decidido, que muchos de los felices resultados de la campaña se le debieron. Hombres y mujeres competían en dar pruebas de abnegación, y emprendían labores que las expusiera mil veces al dogal español. En una ocasión el Virrey Pezuela puso en la cárcel a doce o catorce y sólo un hombre. Los carolinos se consultaban y dejaban dirigir por los padres del Oratorio D. Tomás Méndez, limeño, por el padre García, limeño, por el padre Carrión del Ecuador, y por el padre Tagle de Buenos Aires, hombres de pru– dencia, de experiencia, y que todo lo examinaban despacio, y por todos lados; sus consejos fueron saludables, y mediante ellos fueron las operaciones de este grupo acertadas y coronadas con buen éxito. ¿Han cobrado lo que gastaron? ¿se apropiaron un real de los fondos al pasarse, como otros lo hicieron? ANOTACION VI. Error de Paz Soldán sobre el origen o principio de las comunica– ciones sobre Herrero, Bermúdez y los Salazares. "Desde que llegó San Martín a Pisco, procuró ponerse en contacto con los patriotas de Lima, con quienes había estado en continua correspondencia desde Chile, y para que no les faltara

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