Memorias, diarios y crónicas

22 FRANCISCO JAVIER MARJATEGUI Temerosos los patriotas de que Castillo no llegase, cuando no le hubiese sucedido una desgracia, buscaron otro conductor para nueva correspondencia, y encontraron uno inmejorable, D. N. Guar– nis, natural de Guayaquil, que acababa de llegar de lea, adonde había llevado una factura de efectos. Receloso de perder parte de los valores que en varios pueblos había dejado, se hizo presentar a Pezuela por un comerciante español, que creo fue D. Juan Pertica, de quien había recibido varias mercancías, y por el que consiguió pasaporte y aun cartas a las au toridades para quienes llevó comuni– cación. Guarnis conduj o cartas para San Martín y cumplió per fecta– mente los encargos. Entregó los oficios de los españoles y les trajo su correspondencia, y sin riesgo pasó al cuartel general, porque este paso no le fue prohibido. Explicó de palabra lo que se le encargó, y de regreso ya, con riesgo inmenso, nos trajo las primeras cartas de San Martín. Este, pues, no procuró ponerse en contacto con los patriotas, los patriotas se pusieron en contacto con él. Tampoco pidieron dinero para las empresas, lo desembolsaban los que lo tenían, y si hubo quien lo pidiese, no fueron ciertamen– te los peruanos, lo fueron Boqui, Pardo y Prieto y Cía. Y por cierto que no fue poco lo que gastaron los primeros y no podían dejar de hacerlo en compra de caballos para los oficiales que hicieron pasar con ropa de paisano para la tropa y en fiambres para los que salían cuando los guerrilleros no estaban cerca de la ciudad. Si se examinaban las cuentas de Boqui no se encontrarán partidas para cuanto hubo que gastar. Los limeños que no desembolsamos un solo real, según López Aldana, no pasamos cuentas cobrando a la patria, ni nos datamos de un solo maravedí, cuando alguno tuvo que embarcarse o ir por tierra a Huacho. Refiere el señor Paz Soldán un hecho proveniente de la confu– sión de las banderas y que sin duda tiene relación con el encuentro en Pescadores de que hablaré después, y por una nota dice en la pág. 75. "Referido por el comandante colombiano D. Martín Herre– ro, quien vino con San Martín, y que fue después jefe de Estado Mayor de Bolívar". D. Martín Herrero ha muerto poco tiempo ha, y es increíble cómo de este militar tan conocido se hubiese escrito tantos errores. Herrero no fue colombiano, fue españo l, no vino con San Martín al Perú, sino con el General Don Francisco Salazar, diputado a Cortes, que lo trajo a su regreso de la Península como su dependiente. Estuvo en ésta todo el tiempo que duró la campaña y se incorporó

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