Memorias, diarios y crónicas

ANOTACIONES A LA HISTORIA DEL PERU INDEPENDIENTE 25 lo prisionero, u ocupando los castillos. Lo primero era nesgoso, inverificable e inútil. Guarnecían la ciudad no sólo "Numancia", sino también otros batallones españoles. El palacio tenía dentro bastante fuerza de alabarderos, caballería e infantería, y con sólo cerrar las puertas, "Numancia" era perdido, sin prestar el servicio más pequeño a la patria. Habría tenido que rendirse o dispersarse cuando no hubiese sido batido por los otros cuerpos en las calles. Así este plan fue rechazado y desconsiderado. El de atacar a los castillos ocupándolos por una sorpresa, tampoco era realizable. La guarnición pasaba de dos mil hombres, siendo uno de los batallones el de "Burgos", compuesto de españoles, y el otro de americanos, al mando de Rodil. Había mucha vigilancia y siempre oficiales en la muralla, y al ver marchar un batallón que no esperaban, habrían bajado el puente levadizo e impedido la sorpresa. El asalto sin escalas y con tan desproporcionada fuerza era imposible. Lo sostenían sin embar– go López Aldana y Campino, porque así lo pedía San Martín; y lo creyeron después factible por el engaño de Santaya, de que yo daré después una muy ligera idea, cuando me contraiga a lo que sobre el particular refiere el autor. Riva Agüero quería que el batallón se sublevase en su acanto– namiento, que marchase para la sierra y que fuese por Huarochirí en demanda de la división Arenales. Menos aventurado y menos expuesto este plan, eran grandes y terribles los riesgos a que lo exponíamos, y por esto no lo admitimos los carolinos. Si lograba el batallón llegar a la sierra y salir de Huarochirí, era muy posible y casi seguro que sería batido por los que saliesen de Lima y por los otros cuerpos españoles que por los avisos que recibieran pusiesen en marcha para que los persiguiesen y los buscasen para batirlos. La división Arenales corría mil riesgos, y los patriotas temblábamos por ello. Iba a describir una curva de lea a Ayacucho, Valle de Jauja, Tarma, Paseo, Cajatambo, y descender por allí a Huacho . ¿y qué eran setecientos hombres sin movilidad, sin recursos, rodeados por todas partes de enemigos y cuando les debía ser retirado todo auxilio? Los riesgos eran grandes, las probabilidades todas a favor de los enemigos, y el desaliento nos abrumaba. El padre Carrión, del Oratorio, era el que más temblaba; un día le oímos decir: "para el buen éxito de esa expedición es preciso que los soldados tengan alas. Van a pasar por países muy cortados, por serranías escarpadas, a carecer de recursos y hasta de alimentos; porque todo

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