Memorias, diarios y crónicas

32 FRANCISCO ] AVIER 1\1 ARIATEGUI cía, de odio al Gobierno de la Metrópoli, de dignidad propia para formar nuevas naciones. Se exaltó a San Martín y a su ejército que vendría a libertarnos; y esas ideas se impregnaron en hombres vivos y activos y a quienes se hacía conocer que nada tenían que esperar de los españoles y mucho de los patriotas. Las hazañas de Bolívar pintadas con brillantes colores y exageradas por imaginaciones orien– tales les labraron mucho. Las mujeres fueron los mejores apóstoles y ellas vieron coronados su s esfuerzos. Llegó a tanto el entusiasmo de la tropa que en dos o tres días temieron ser desarmados y estuvieron continuamente en acecho para salir en formación con sus fusiles y resistir todos, si se les quería quitar las armas. Trabajos tuvieron que emprender los patriotas, para quitarles tan fuerte impresión , que pudo comprometer los planes con tanto tezón meditados y con tanto trabajo preparados. Y a vista de estos hechos, de estos gastos de los limeños, Pardo, Prieto y Cía. no retractaron sus injustas y calumniosas aseveraciones. La separación de este batallón de las filas enemigas y su incorporación al Ejército Libertador, los pasos dados para ganarlo, los desembolsos que se hicieron no fueron obra de San Martín, ni de Monteagudo, como lo afirma el autor. No lo fue tampoco la formación de las guerrillas, ni el armarlas y municionarlas; y referir lo que sobre esto ocurrió será materia de otra anotación. A propósito de los oficiales que fueron de "Numancia" y que los españoles enrolaron en sus filas, dice López Aldana en comuni– cació n a San Martín, que el señor Paz Soldán publica en la página 86: "que se hallaban escondidos y pasando mil trabajos; que no había sido posible embarcarlos en buques extranjeros ". Todo esto es puro sueño del autor d e la carta y aunque es verdad que corrían riesgos, no es cierto que pasasen trabajos. Los Torres fueron oculta– dos por las señoras Guislas y muy considerados en su escondite; Geraldino lo fue por el Dr. Concha; Bustamante y Cuervo por mí; y por Flores y un guayaquileño, Coello y los oficiales sacados de Casa-matas. Jamás se pensó en embarcarlos, sino que saliesen por tierra, como lo verificaron conduciéndolos Quiroz, que tan famoso guerrillero fue después. Los españoles dieron orden de tomar vivo o muerto al capttan Febres Cordero, y la noticia de esta bárbara orden se dio a la señora doña Carmen Noriega que hoy vive. Ella hizo que Febres Cordero se ocultase provisionalmente en casa de doña Gertrudis Coello y de allí fue sacado por mí en la noche y ocultado. El no

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx